(7a) As dice Yahveh, redentor de Israel, su Santo, al despreciado en el alma, al aborrecido de las gentes, al siervo de los tiranos:
Juan 8:48 - Biblia Castilian 2003 Los jud os le respondieron: '¿No decimos con razón que tú eres samaritano y que estás endemoniado?'. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Respondieron entonces los judíos, y le dijeron: ¿No decimos bien nosotros, que tú eres samaritano, y que tienes demonio? Biblia Nueva Traducción Viviente —¡Samaritano endemoniado! —replicó la gente—. ¿No veníamos diciendo que estabas poseído por un demonio? Biblia Católica (Latinoamericana) Los judíos le replicaron: 'Tenemos razón en decir que eres un samaritano y que estás poseído por un demonio. La Biblia Textual 3a Edicion Respondieron los judíos, y le dijeron: ¿No decimos bien nosotros que tú eres samaritano y tienes demonio? Biblia Serafín de Ausejo 1975 Los judíos le respondieron: '¿No decimos con razón que tú eres samaritano y que estás endemoniado?'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Respondieron entonces los judíos, y le dijeron: ¿No decimos bien nosotros, que tú eres samaritano, y que tienes demonio? |
(7a) As dice Yahveh, redentor de Israel, su Santo, al despreciado en el alma, al aborrecido de las gentes, al siervo de los tiranos:
despreciado y abandonado de los hombres, varón de dolores, familiarizado con la dolencia, como aquél ante quien se tapa el rostro, despreciado, de modo que no le hicimos caso.
Ya es bastante que el disc pulo llegue a ser como su maestro, y el esclavo como su se or. Si al se or de la casa lo han llamado Beelzebul, ¡cuánto más a los que viven con él!
A estos doce los envió Jesús, con estas instrucciones: No vayáis a tierra de gentiles ni entréis en ciudad de samaritanos;
Cuando lo oyeron los fariseos, replicaron: 'Éste no arroja los demonios sino por arte de Beelzebul, pr ncipe de los demonios'.
Por eso os digo: cualquier pecado y blasfemia se les perdonará a los hombres; pero la blasfemia contra el Esp ritu no se les perdonará.
Y éste es el testimonio de Juan, cuando los jud os le enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas para preguntarle: '¿Quién eres tú?'.
Muchos de ellos dec an: 'Está endemoniado y ha perdido el juicio. ¿Por qué lo escucháis?'.
Vosotros me llamáis 'el Maestro' y 'el Se or', y dec s bien, porque lo soy.
Entonces le pregunta la mujer samaritana: '¿Cómo tú, siendo jud o, me pides de beber a mi, que soy samaritana?'. [Porque los jud os no se tratan con los samaritanos.]
Dec an los jud os: '¿Acaso se va a suicidar, puesto que dice: 'A donde yo voy, no podéis venir vosotros?'.
Dijéronle los jud os: 'Ahora s que estamos seguros de que estás endemoniado. Murió Abrahán y los profetas. Y tú dices: 'El que guarda mi palabra, no experimentará la muerte jamás'.
Tampoco Cristo buscó lo que le agradaba, sino que, según está escrito: Los ultrajes de aquellos que te ultrajaban recayeron sobre m.
Por lo tanto, salgamos a su encuentro fuera del campamento, cargados con su oprobio;
¿Tú crees que hay un solo Dios? Haces bien. También los demonios creen y tiemblan.