pero los cuatro jefes de los porteros estaban de servicio permanente. Hab a levitas encargados de las cámaras y de los tesoros del templo de Dios.
Juan 8:20 - Biblia Castilian 2003 Estas palabras las dijo junto al tesoro, mientras estaba ense ando en el templo; y nadie le echó mano, porque aún no hab a llegado su hora. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Estas palabras habló Jesús en el lugar de las ofrendas, enseñando en el templo; y nadie le prendió, porque aún no había llegado su hora. Biblia Nueva Traducción Viviente Jesús dijo todo esto mientras enseñaba en la parte del templo conocida como la tesorería, pero no lo arrestaron, porque aún no había llegado su momento. Biblia Católica (Latinoamericana) Jesús dijo estas cosas en el lugar donde se reciben las ofrendas, cuando estaba enseñando en el Templo, pero nadie lo detuvo, porque aún no había llegado su hora. La Biblia Textual 3a Edicion Estas palabras habló en la tesorería,° mientras enseñaba en el templo, y nadie lo prendió, porque aún no había llegado su hora. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Estas palabras las dijo junto al tesoro, mientras estaba enseñando en el templo; y nadie le echó mano, porque aún no había llegado su hora. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Estas palabras habló Jesús en el lugar de las ofrendas, enseñando en el templo; y nadie le prendió, porque aún no había llegado su hora. |
pero los cuatro jefes de los porteros estaban de servicio permanente. Hab a levitas encargados de las cámaras y de los tesoros del templo de Dios.
Entonces dijo Jesús a la gente: '¿Como a un ladrón habéis salido con espadas y palos a prenderme? D a tras d a estaba yo sentado en el templo ense ando, y no me arrestasteis.
Los pont fices recogieron las monedas de plata y dijeron: 'No se deben echar en el tesoro del templo, porque son precio de sangre'.
Estaba sentado frente al tesoro y observaba cómo la gente echaba en él monedas de cobre; eran numerosos los ricos que echaban mucho.
Llamó entonces a sus disc pulos junto a s y les dijo: 'Os aseguro que esta viuda pobre echó más que todos los demás en el tesoro.
Los escribas y los pont fices intentaron echarle mano en aquel mismo momento, porque se hab an dado cuenta de que por ellos hab a dicho esa parábola; pero tuvieron miedo al pueblo.
Levantó luego la vista y vio que los ricos echaban sus ofrendas en el tesoro.
Pero Jesús le responde: '¿Qué nos va a m y a ti, mujer? Todav a no ha llegado mi hora'.
Quer an, pues, prenderlo; pero nadie le echó mano, porque todav a no hab a llegado su hora.
Subid vosotros a la fiesta; yo no subo a esta fiesta, porque mi tiempo no se ha cumplido todav a'.
Pero, al amanecer, se presentó de nuevo en el templo. Todo el pueblo acud a a él, y él, all sentado, los instru a.
Entonces tomaron piedras para lapidarle; pero Jesús se escondió y salió del templo.