Y aunque él respondiese a mi llamada, yo no creer a que escuchaba mi voz.
Juan 20:25 - Biblia Castilian 2003 Los otros disc pulos le dec an: 'Hemos visto al Se or'. Pero él les respondió: 'Si no veo en sus manos la se al de los clavos, y no meto mi dedo en el lugar de los clavos y mi mano en su costado, no lo creeré'. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. Él les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré. Biblia Nueva Traducción Viviente Ellos le contaron: —¡Hemos visto al Señor! Pero él respondió: —No lo creeré a menos que vea las heridas de los clavos en sus manos, meta mis dedos en ellas y ponga mi mano dentro de la herida de su costado. Biblia Católica (Latinoamericana) Los otros discípulos le dijeron: 'Hemos visto al Señor. Pero él contestó: 'Hasta que no vea la marca de los clavos en sus manos, no meta mis dedos en el agujero de los clavos y no introduzca mi mano en la herida de su costado, no creeré. La Biblia Textual 3a Edicion Por tanto le dijeron los otros discípulos: Hemos visto al Señor. Pero él les dijo: A menos que vea en sus manos la señal de los clavos, y meta mi dedo en el lugar de los clavos, y meta mi mano en su costado, de ningún modo creeré. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Los otros discípulos le decían: 'Hemos visto al Señor'. Pero él les respondió: 'Si no veo en sus manos la señal de los clavos, y no meto mi dedo en el lugar de los clavos y mi mano en su costado, no lo creeré'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Le dijeron, pues, los otros discípulos: Hemos visto al Señor. Y él les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré. |
Y aunque él respondiese a mi llamada, yo no creer a que escuchaba mi voz.
Mi garganta está, como una teja, seca y mi lengua, pegada al paladar: me has reducido a polvo inanimado.
'Ha salvado a otros y no puede salvarse a s mismo. Es rey de Israel: que baje ahora mismo de la cruz, y creeremos en él.
Ellos, cuando oyeron decir que viv a y que ella lo hab a visto, se resistieron a creer.
entonces éstos regresaron a dar la noticia a los demás. Pero tampoco a ellos les creyeron.
Finalmente se manifestó a los Once, mientras estaban a la mesa, y les reprendió su incredulidad y su dureza de corazón, por no haber dado crédito a quienes lo hab an visto resucitado.
Entonces les dijo él: '¡Oh, torpes y tardos de corazón para creer todo lo que anunciaron los profetas!
El primero con quien luego se encuentra es su propio hermano Simón, a quien dice: 'Hemos encontrado al Mes as', que quiere decir 'Cristo'.
Luego dice a Tomás: 'Trae aqu tu dedo y mira mis manos, trae tu mano y métela en mi costado. Y no seas incrédulo, sino creyente'.
Dice entonces a Pedro el disc pulo aquel a quien amaba Jesús: '¡Es el Se or!'. Al o r Simón Pedro: '¡Es el Se or!', se puso la túnica, pues estaba desnudo, y se echó al agua.
Entonces ellos le replicaron: 'Pues, ¿qué se al vas a dar tú, para que, al verla, creamos en ti? ¿Qué vas a realizar?
Mirad, hermanos, que en ninguno de vosotros se halle un corazón malvado e incrédulo que lo aparte del Dios vivo;