Mandó después José a sus servidores médicos que embalsamaran a su padre, y los médicos embalsamaron a Israel.
Juan 19:39 - Biblia Castilian 2003 Llegó también Nicodemo, aquel que al principio fue a buscar a Jesús de noche, con una mezcla de mirra y áloe como de unas cien libras de peso. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras. Biblia Nueva Traducción Viviente Lo acompañó Nicodemo, el hombre que había ido a ver a Jesús de noche. Llevó consigo unos treinta y tres kilos de ungüento perfumado, una mezcla de mirra y áloe. Biblia Católica (Latinoamericana) También fue Nicodemo, el que había ido de noche a ver a Jesús, llevando unas cien libras de mirra perfumada y áloe. La Biblia Textual 3a Edicion También había ido Nicodemo (el que al principio acudió a Él de noche°), llevando una mezcla de mirra y áloe como de cien libras. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Llegó también Nicodemo, aquel que al principio fue a buscar a Jesús de noche, con una mezcla de mirra y áloe como de unas cien libras de peso. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y vino también Nicodemo, el que antes había venido a Jesús de noche, trayendo un compuesto de mirra y de áloe, como cien libras. |
Mandó después José a sus servidores médicos que embalsamaran a su padre, y los médicos embalsamaron a Israel.
Fue sepultado en el sepulcro que para s hab a excavado en la Ciudad de David. Lo pusieron en un lecho lleno de bálsamos y aromas, preparados según el arte de la perfumer a. Y en su honor encendieron una hoguera extraordinariamente grande.
Tú amas la justicia y aborreces la maldad, por eso el Se or tu Dios te ha ungido con óleo de alegr a, de entre tus compa eros.
de nardo y de azafrán, canela y cinamomo, con los árboles todos del incienso, de la mirra y de áloe, y las especies mejores de los bálsamos.
Hasta que expire el d a y las sombras se alarguen me iré a la monta a de la mirra, a la colina del incienso.
La ca a cascada no la quebrará, y no apagará la mecha mortecina, hasta que haga triunfar el juicio
Entrando en la casa, vieron al ni o con Mar a, su madre y, postrados en tierra, lo adoraron. Abrieron luego sus cofres y le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
Pasado ya el sábado, Mar a Magdalena, Mar a, la madre de Santiago, y Salomé compraron sustancias aromáticas para ir a ungirlo.
Mar a, tomando una libra de perfume auténtico de nardo, de mucho precio, ungió los pies de Jesús y se los enjugó con los cabellos. La casa se llenó del aroma del perfume.