Pero en las ciudades de estos pueblos cercanos que Yahveh, tu Dios, te va a dar en posesión, no dejarás nada con vida.
Josué 11:11 - Biblia Castilian 2003 Pasaron a filo de espada a todos sus habitantes y los entregó al anatema, sin dejar supervivientes. Luego prendió fuego a la ciudad de Jasor. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Y mataron a espada todo cuanto en ella tenía vida, destruyéndolo por completo, sin quedar nada que respirase; y a Hazor pusieron fuego. Biblia Nueva Traducción Viviente Los israelitas destruyeron por completo a todo ser viviente de la ciudad, sin dejar sobrevivientes. No se le perdonó la vida a nadie. Y después Josué quemó la ciudad. Biblia Católica (Latinoamericana) Condenaron al anatema y pasaron a filo de espada a todos los seres vivientes que allí estaban; no se dejó a nadie con vida en Hasor, a la que se incendió. La Biblia Textual 3a Edicion Y mataron a filo de espada a cuantas personas había en ella, dedicándola al exterminio, sin que quedara un alma, y le prendieron fuego a Hazor. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Pasaron a filo de espada a todos sus habitantes y los entregó al anatema, sin dejar supervivientes. Luego prendió fuego a la ciudad de Jasor. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y mataron a filo de espada a todas las almas que había en ella, destruyéndoles por completo; no quedó nada que respirase; y a Hazor le prendió fuego. |
Pero en las ciudades de estos pueblos cercanos que Yahveh, tu Dios, te va a dar en posesión, no dejarás nada con vida.
pero nos reservamos como bot n todo el ganado y los despojos de las ciudades.
y Yahveh, tu Dios, te las haya entregado y tú las hayas derrotado, las darás al anatema. No pactarás alianza con ellas ni les tendrás compasión. No emparentarás con ellas dando tus hijas a sus hijos ni tomando sus hijas para tus hijos,
As fue dominando Josué todo el pa s: la monta a, el Negueb, la llanura, las vertientes, con todos sus reyes, sin dejar supervivientes. Y entregó al anatema a todos los seres vivientes, según hab a dispuesto Yahveh, Dios de Israel.
Entregaron al anatema, al filo de la espada, cuanto hab a en la ciudad: hombres y mujeres, ni os y ancianos, y hasta el ganado mayor y menor, y los asnos.
Luego prendieron fuego a la ciudad con cuanto en ella hab a; pero la plata y el oro y los objetos de bronce y de hierro fueron entregados al tesoro de la casa de Yahveh.