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Jeremías 49:29 - Biblia Castilian 2003

Toman sus tiendas y sus reba os, sus pabellones y todas sus cosas. Se llevan sus camellos, gritándoles: '¡Terror por doquier!'

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Montre Interlinear Bible

Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

Sus tiendas y sus ganados tomarán; sus cortinas y todos sus utensilios y sus camellos tomarán para sí, y clamarán contra ellos: Miedo alrededor.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Tomarán sus rebaños y carpas, y sus pertenencias y camellos les serán quitados. Se escucharán voces de pánico en todas partes: “¡Somos atemorizados a cada paso!”.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Les quitarán sus carpas y sus rebaños, sus toldos y todo su bagaje, y les arrebatarán sus camellos. Gritarán encima de ellos: 'Susto por todas partes.

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La Biblia Textual 3a Edicion

¡Tomen sus tiendas y rebaños, Sus pabellones, su bagaje y sus camellos! Clamen contra ellos: ¡Terror por todas partes!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Toman sus tiendas y sus rebaños, sus pabellones y todas sus cosas. Se llevan sus camellos, gritándoles: '¡Terror por doquier!'

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Sus tiendas y sus ganados tomarán; sus cortinas, y todos sus vasos, y sus camellos, tomarán para sí; y llamarán contra ellos miedo alrededor.

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Lòt tradiksyon



Jeremías 49:29
21 Referans Kwoze  

Sentáronse a comer. Al alzar la vista, vieron una caravana de ismaelitas que iban desde Galaad a Egipto con sus camellos cargados de goma, resina y láudano.


Su hacienda se compon a de siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes y quinientas asnas. Contaba, además, con una numerosa servidumbre. Era el más rico entre todos los hijos de Oriente.


¡Ay de m, que debo en Mésec residir, en las tiendas de Quedar hacer morada!


Las memorias me olvidan, como un muerto, soy igual que la vasija desgastada.


No será jamás habitada ni poblada de edad en edad; no acampará all el beduino ni alzarán su aprisco los pastores.


Todas las ovejas de Quedar se reunirán junto a ti, los carneros de Nebayot te servirán de sacrificio, subirán para mi complacencia sobre mi altar, y glorificaré la casa de mi gloria.


Mi tienda está devastada, todas mis cuerdas se han roto; mis hijos partieron de mi lado y ya no están, no hay ya quien despliegue mi tienda ni quien levante mis lonas.


Desastre sobre desastre, se grita. ¡Todo el pa s está devastado! De repente son saqueadas mis tiendas; en un instante, mis pabellones.


Pero ¿qué veo? Están consternados, vuelven la espalda; sus guerreros, batidos, emprenden la huida sin mirar atrás. ¡Pavor por doquier! - oráculo de Yahveh -.


Acobardada se halla Damasco, emprende la huida. El pánico se apodera de ella, angustia y dolores la toman como a la parturienta.


Mira que yo te traigo el terror - oráculo del Se or Yahveh Sebaot - por todas partes. Se os expulsará a cada uno por su lado, y nadie acogerá a los que huyan.


No salgáis al campo, no andéis por el camino, pues la espada del enemigo está ah: terror por todas partes.


Veo aterradas las tiendas de Cusán, temblorosos los pabellones del pa s de Madián.


Nos vemos atribulados por todas partes, pero no abatidos; acorralados, pero no sin esperanza de un resquicio;


Pues la verdad es que, cuando llegamos a Macedonia, no hubo reposo para nosotros; al contrario, todo fueron tribulaciones: por fuera, luchas; por dentro, temores.


Porque ellos sub an con sus ganados y sus tiendas; llegaban tan numerosos como langostas, pues ellos y sus camellos eran innumerables. Ven an al pa s para devastarlo.


Los madianitas, los amalecitas y todos los hijos de oriente hab an ca do sobre el valle, numerosos como langostas, y sus camellos eran innumerables, como las arenas de las orillas del mar.


Dijéronle entonces Zébaj y Salmuná: 'Ven y hiérenos tú, porque como es el hombre, as es su valor'. Se levantó, pues, Gedeón y mató a Zébaj y Salmuná; luego tomó las lunetas que sus camellos llevaban al cuello.


El peso de los anillos de oro que hab a pedido fue de mil setecientos siclos de oro, sin contar las lunetas, los pendientes, los vestidos de púrpura que llevaban los reyes de Madián ni los collares que pend an del cuello de sus camellos.