Pero ellos hac an burla de los mensajeros de Dios, despreciaban sus palabras y se mofaban de sus profetas, hasta que la cólera de Yahveh contra su pueblo creció tanto que ya no hubo remedio.
Jeremías 44:5 - Biblia Castilian 2003 Pero no escucharon ni aplicaron su o do para convertirse de su maldad y para no incensar a otros dioses. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Pero no oyeron ni inclinaron su oído para convertirse de su maldad, para dejar de ofrecer incienso a dioses ajenos. Biblia Nueva Traducción Viviente pero mi pueblo no quiso escucharme ni apartarse de su conducta perversa. Siguieron quemando incienso a esos dioses. Biblia Católica (Latinoamericana) Pero no han querido escuchar ni hacer caso para abandonar su maldad o dejar de incensar a dioses extranjeros. La Biblia Textual 3a Edicion Pero no escucharon ni inclinaron el oído para convertirse de su maldad, dejando de quemar incienso a dioses extraños. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Pero no escucharon ni aplicaron su oído para convertirse de su maldad y para no incensar a otros dioses. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Mas no oyeron ni inclinaron su oído para convertirse de su maldad, para no ofrecer incienso a dioses ajenos. |
Pero ellos hac an burla de los mensajeros de Dios, despreciaban sus palabras y se mofaban de sus profetas, hasta que la cólera de Yahveh contra su pueblo creció tanto que ya no hubo remedio.
Fuiste paciente durante muchos a os, los exhortabas por tu esp ritu, mediante tus profetas, pero ellos no prestaron o do; por eso los entregaste en manos de las gentes del pa s.
¡Ah, si hubieras atendido a mis preceptos! Tu paz habr a sido como un r o y tu justicia como las olas del mar;
Porque sab a que eres obstinado, que un tendón de hierro es tu cuello, y tu frente de bronce,
han vuelto a las iniquidades de sus antepasados, que rehusaron escuchar mis palabras y se fueron tras otros dioses para servirlos. La casa de Israel y la casa de Judá han roto la alianza que estipulé con sus padres.
Pues cuantas son tus ciudades, tantos son tus dioses, Judá; y cuantas son las calles de Jerusalén, tantos son los altares que habéis erigido a la vergüenza, altares para incensar a Baal.
Yahveh Sebaot, que te hab a plantado, decretó contra ti la desgracia, por la maldad de la casa de Israel y la casa de Judá, que cometieron en su propio da o, irritándome al incensar a Baal.
Pero ellos no escucharon ni aplicaron su o do, sino que cada uno siguió la obstinación de su corazón malvado, y por eso hice recaer sobre ellos todas las palabras de esta alianza que les hab a mandado cumplir y que no cumplieron'.
Este pueblo malvado, que rehúsa escuchar mis palabras, que sigue la obstinación de su corazón y va tras otros dioses para servirlos y adorarlos, vendrá a ser como este cinturón, que no sirve para nada.
Y las casas de Jerusalén y las casas de los reyes de Judá serán, como el lugar de Tófet, impuras; as serán todas esas casas en cuyas terrazas se incensó a todo el ejército del cielo y se libaron libaciones a otros dioses'.
As, pues, Juan, hijo de Caréaj, todos los jefes de las tropas y todo el pueblo, desoyeron la voz de Yahveh de quedarse en el pa s de Judá
Pero no me escucharon ni aplicaron su o do, sino que caminaron según sus planes, según la obstinación de su corazón malvado, y en vez de avanzar retrocedieron.
no hemos escuchado a tus siervos los profetas, que hablaron en tu nombre a nuestros reyes, a nuestros pr ncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo del pa s.
Cuanto más los llamaba yo, más se apartaban de m; sacrificaban a los baales y quemaban incienso a los dolos.