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Jeremías 44:16 - Biblia Castilian 2003

'En lo que respecta a la palabra que nos has dicho en nombre de Yahveh, no queremos escucharte,

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

La palabra que nos has hablado en nombre de Jehová, no la oiremos de ti;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

—¡No escucharemos tus mensajes del Señor!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

No queremos saber nada con todo lo que nos has dicho en nombre de Yavé,

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La Biblia Textual 3a Edicion

En cuanto a la palabra que nos has dicho en nombre de YHVH, no te obedeceremos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

'En lo que respecta a la palabra que nos has dicho en nombre de Yahveh, no queremos escucharte,

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

En cuanto a la palabra que nos has hablado en el nombre de Jehová, no la oiremos de ti;

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Lòt tradiksyon



Jeremías 44:16
24 Referans Kwoze  

rompamos sus coyundas, lancemos de nosotros sus cadenas.


Respondió el Faraón: '¿Quién es Yahveh para que yo tenga que escuchar su voz y deje salir a Israel? No conozco a Yahveh ni tampoco dejaré partir a Israel'.


Porque yo llamo y vosotros no hacéis caso, extiendo la mano y nadie atiende.


La expresión de sus rostros testimonia contra ellos; declaran su pecado como Sodoma, no lo esconden. ¡Ay de ellos, pues se labran su desgracia!


han vuelto a las iniquidades de sus antepasados, que rehusaron escuchar mis palabras y se fueron tras otros dioses para servirlos. La casa de Israel y la casa de Judá han roto la alianza que estipulé con sus padres.


Pero ellos no escucharon ni aplicaron su o do, sino que cada uno siguió la obstinación de su corazón malvado, y por eso hice recaer sobre ellos todas las palabras de esta alianza que les hab a mandado cumplir y que no cumplieron'.


Este pueblo malvado, que rehúsa escuchar mis palabras, que sigue la obstinación de su corazón y va tras otros dioses para servirlos y adorarlos, vendrá a ser como este cinturón, que no sirve para nada.


Entonces dijeron ellos: 'Vamos a urdir planes contra Jerem as, pues no perecerá la ley por falta de sacerdotes, ni el consejo por falta de sabios, ni la palabra por falta de profetas. Vamos a herirlo en la lengua y no prestaremos atención a sus palabras'.


Los jefes dijeron al rey: 'Hay que matar a este hombre, porque de este modo debilita las manos de los combatientes que quedan en esta ciudad y las manos de toda la población, diciéndoles semejantes cosas. Es claro que este hombre no busca el bien de este pueblo, sino el mal'.


Pero si dec s: No nos quedaremos en este pa s, desobedeciendo as la voz de Yahveh, vuestro Dios


Azar as, hijo de Hosa as, Juan, hijo de Caréaj, y todos los hombres insolentes y rebeldes dijeron a Jerem as: 'Estás diciendo una mentira. Yahveh, nuestro Dios, no te ha enviado a decir: 'No vayáis a Egipto para residir all ',


Jerem as dijo después a todo el pueblo y a todas las mujeres: 'Escuchad la palabra de Yahveh, jud os todos que estáis en el pa s de Egipto:


as dice Yahveh Sebaot, Dios de Israel: vosotros y vuestras mujeres habéis dicho con vuestra propia boca, y lo habéis realizado con vuestras propias manos, lo siguiente: 'Cumpliremos fielmente los votos que hemos hecho de incensar a la Reina de los Cielos y de ofrecerle libaciones'. ¡Cumplid bien vuestros votos! ¡Haced bien vuestras libaciones!


As dice Yahveh: Paraos en los caminos y mirad, preguntad por los senderos antiguos, cuál es el buen camino y seguidlo, as hallaréis reposo para vuestras almas. Pero ellos respondieron: 'No queremos seguirlo'.


Deber an avergonzarse de sus abominaciones. Pero no sólo no se avergüenzan, sino que ni siquiera saben lo que es ruborizarse. Por eso caerán entre los que caigan, el d a en que yo los visite se desplomarán - dice Yahveh -.


Estuve atento y o: hablan como no deben nadie se arrepiente de su maldad diciendo: '¿Qué he hecho?'. Todos se precipitan en su carrera, como caballo lanzado al combate.


¿Estáis ahora dispuestos, en el momento en que oigáis el sonido de la trompeta, de la flauta, de la c tara, de la sambuca, del salterio, de la cornamusa y de toda suerte de instrumentos de música, a postraros para adorar la estatua que hice? Porque, si no la adoráis, seréis arrojados al instante a un horno de fuego ardiente. ¿Y quién es el dios que podr a libraros de mis manos?'.


Pero sus compatriotas lo aborrec an; y enviaron tras él una embajada que dijera: 'No queremos que éste sea nuestro rey'.


Y por lo que respecta a aquellos enemigos m os que no quer an que yo fuera su rey, traedlos aqu y degolladlos delante de m '.


Sin embargo, el pueblo no quiso escuchar las palabras de Samuel sino que le respondió: '¡A pesar de todo, queremos tener un rey!