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Jeremías 4:9 - Biblia Castilian 2003

Aquel d a - oráculo de Yahveh - fallará el corazón del rey y el corazón de los jefes; se consternarán los sacerdotes y se pasmarán los profetas.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

En aquel día, dice Jehová, desfallecerá el corazón del rey y el corazón de los príncipes, y los sacerdotes estarán atónitos, y se maravillarán los profetas.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

«En aquel día —dice el Señor—, el rey y los funcionarios temblarán de miedo. Los sacerdotes quedarán paralizados de terror y los profetas, horrorizados».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Ese día, dice Yavé, desfallecerá el corazón del rey y de los jefes; los sacerdotes temblarán de miedo, y los profetas, de espanto.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Y sucederá en aquel día, dice YHVH, Que desfallecerá el corazón del rey y el corazón de los príncipes, Y los sacerdotes estarán atónitos y los profetas, consternados.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Aquel día -oráculo de Yahveh- fallará el corazón del rey y el corazón de los jefes; se consternarán los sacerdotes y se pasmarán los profetas.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y será en aquel día, dice Jehová, que perecerá el corazón del rey, y el corazón de los príncipes, y los sacerdotes estarán atónitos, y se maravillarán los profetas.

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Lòt tradiksyon



Jeremías 4:9
20 Referans Kwoze  

Los de la ciudad abrieron una brecha y todos los hombres de guerra huyeron de noche por el camino de la puerta que hab a entre los dos muros del jard n real, y aunque los caldeos ten an cercada la ciudad, se fueron por el camino de la estepa.


Mis d as se terminan en humo, y mis huesos se queman lo mismo que un brasero.


Aquel d a, los egipcios serán como mujeres: temblarán y temerán ante la agitación de la mano de Yahveh Sebaot, que él mismo agitará contra ellos.


Se trastornará el esp ritu de Egipto en su pecho, y yo anularé sus planes. Consultarán a los dioses y agoreros, a los hechiceros y nigromantes.


Cada vez que pase os arrastrará, pues ma ana tras ma ana pasará, de d a y de noche. Entonces resultará espantoso tan sólo o r el mensaje.


Como la vergüenza de un ladrón que es sorprendido, as están avergonzados los de la casa de Israel: ellos, sus reyes y sus pr ncipes, sus sacerdotes y sus profetas,


Ululad, pastores, y gritad; revolcaos, mayorales del reba o, porque han llegado los d as de vuestro degüello y de vuestra dispersión: caeréis como objeto precioso.


¿Dónde están vuestros profetas, los que os profetizaban diciendo: no vendrá el rey de Babilonia contra nosotros ni contra este pa s?


Serán conquistadas sus ciudades, sus fortalezas ocupadas; el corazón de los guerreros de Moab será en aquel d a como el corazón de una mujer en trance de parto.


los profetas profetizan con mentira, los sacerdotes gobiernan por su cuenta, y mi pueblo as lo quiere. Pero ¿qué haréis cuando llegue el fin?


se abrió una brecha en la ciudad. Entonces, todos los hombres de guerra huyeron de noche de la ciudad por el camino de la puerta que hab a entre los dos muros del jard n del rey, y aunque los caldeos ten an cercada la ciudad, se fueron por el camino de la estepa.


Ved, menospreciadores, asombraos y desapareced; porque voy a realizar en vuestros d as una obra que no la creer ais si os la contaran. '