para que se cumpliera el oráculo de Yahveh por boca de Jerem as: 'Hasta que la tierra disfrute de sus sábados, hasta que se cumplan los setenta a os, descansará durante todo el tiempo de su devastación'.
Jeremías 4:27 - Biblia Castilian 2003 Pues as dice Yahveh: 'Todo el pa s será un desierto; voy a darle el golpe de gracia'. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Porque así dijo Jehová: Toda la tierra será asolada; pero no la destruiré del todo. Biblia Nueva Traducción Viviente Esto dice el Señor: «La tierra entera será arrasada, pero no la destruiré por completo. Biblia Católica (Latinoamericana) Pues bien, así habla Yavé: 'Todo el país será destruido, pero no les daré el golpe de gracia. La Biblia Textual 3a Edicion Porque así dice YHVH: Toda esta tierra será asolada, Pero no la destruiré del todo.° Biblia Serafín de Ausejo 1975 Pues así dice Yahveh: 'Todo el país será un desierto; voy a darle el golpe de gracia'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Porque así dice Jehová: Toda la tierra será asolada; mas no haré consumación. |
para que se cumpliera el oráculo de Yahveh por boca de Jerem as: 'Hasta que la tierra disfrute de sus sábados, hasta que se cumplan los setenta a os, descansará durante todo el tiempo de su devastación'.
Pero, por tu inmensa bondad, no los aniquilaste, no los abandonaste, pues eres Dios clemente y lleno de bondad.
Quedará en él un rebusco como en el vareo del olivo: dos o tres bayas en la cima de la copa; cuatro o cinco en las ramas del frutal, - oráculo de Yahveh, Dios de Israel -.
Mirad a Yahveh que despuebla la tierra, la deja yerma, cambia su faz, dispersa a sus habitantes:
para hacer de su pa s un horror, una rechifla perdurable. Todo el que pasa por él se asombra y menea la cabeza.
Todo este pa s será una ruina, una desolación, y servirán al rey de Babilonia setenta a os.
Pues contigo estoy yo - oráculo de Yahveh - para salvarte, porque voy a exterminar a todas las naciones adonde te dispersé. Sólo a ti no te exterminaré, aunque te castigaré según tu merecido, pues impune del todo no te dejaré.
Desastre sobre desastre, se grita. ¡Todo el pa s está devastado! De repente son saqueadas mis tiendas; en un instante, mis pabellones.
Sube un león desde la selva, se ha puesto en camino un devastador de naciones, ha salido de su residencia para hacer de tu pa s un desierto: arruinadas serán tus ciudades sin quedar un habitante.
Por eso se volcó mi furor y mi ira y abrasó las ciudades de Judá y las calles de Jerusalén, que se han convertido en ruina y desolación, como sucede hoy'.
No temas, siervo m o Jacob - oráculo de Yahveh -, pues contigo estoy yo, porque haré exterminio de todas las naciones adonde te dispersé. Sólo a ti no exterminaré, aunque te castigaré según tu merecido, pues impune del todo no te dejaré.
Escalad sus terrazas y destruid, dadle el golpe de gracia; arrancad sus mugrones, pues no son de Yahveh.
Sin embargo, aun en aquellos d as - oráculos de Yahveh -, no os exterminaré por completo.
Haré desaparecer de las ciudades de Judá y de las calles de Jerusalén el grito de gozo y el grito de alegr a, el canto del esposo y el canto de la esposa; pues el pa s será un desierto'.
¿Quién es tan sabio que entienda esto? ¿A quién habló la boca de Yahveh, que pueda explicarlo? ¿Por qué el pa s se ha perdido, está abrasado como el desierto, sin que nadie pase?
Desde ó su altar el Se or, Zain profanó su santuario; entregó los muros de sus palacios en poder del enemigo; éste gritó en la casa de Yahveh como en d a de fiesta.
Mientras yo estaba profetizando, cayó muerto Pelat as, hijo de Bena as. Yo entonces ca de bruces y a grandes voces grité diciendo: '¡Ay, Se or Yahveh! ¿Vas a exterminar lo que queda de Israel?'.
Pero mis ojos se compadecieron de ellos, de modo que no los destru ni acabé con ellos en el desierto.'
Haré del pa s una desolación y un desierto; acabará su orgullosa potencia, y las monta as de Israel quedarán desoladas, sin uno que pase.
Extenderé mi mano contra ellos y haré del pa s una devastación, una desolación, desde el desierto hasta Riblá, en todos sus lugares donde moran; y sabrán que yo soy Yahveh'.
Convertiré vuestras ciudades en montones de ruinas, derribaré vuestros santuarios y no aspiraré ya más vuestros aromas calmantes.
Pero, a pesar de todo eso, cuando estén en el pa s de sus enemigos no los desecharé ni sentiré tanto hast o de ellos que llegue a destruirlos, rompiendo mi alianza con ellos, porque yo soy Yahveh, su Dios,
Ni su plata ni su oro podrán salvarlos en el d a de la ira de Yahveh. Por el fuego de su celo será devorada toda la tierra, porque él aniquilará de modo repentino y terrible a todos los habitantes de la tierra.