El d a siete del mes quinto, es decir, el a o diecinueve de Nabucodonosor, rey de Babilonia, Nebuzardán, jefe de la guardia, servidor del rey de Babilonia, entró en Jerusalén.
Jeremías 39:8 - Biblia Castilian 2003 Los caldeos prendieron fuego al palacio real y a las casas de la población y derribaron las murallas de Jerusalén. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Y los caldeos pusieron a fuego la casa del rey y las casas del pueblo, y derribaron los muros de Jerusalén. Biblia Nueva Traducción Viviente Mientras tanto, los babilonios quemaron Jerusalén, incluidos el palacio real y las casas del pueblo, y derribaron las murallas de la ciudad. Biblia Católica (Latinoamericana) Los caldeos incendiaron el palacio real y las casas del pueblo, y demolieron las murallas de Jerusalén. La Biblia Textual 3a Edicion Y los caldeos quemaron a fuego la casa del rey y las casas del pueblo, y derribaron los muros de Jerusalem. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Los caldeos prendieron fuego al palacio real y a las casas de la población y derribaron las murallas de Jerusalén. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y los caldeos prendieron fuego a la casa del rey y a las casas del pueblo, y derribaron los muros de Jerusalén. |
El d a siete del mes quinto, es decir, el a o diecinueve de Nabucodonosor, rey de Babilonia, Nebuzardán, jefe de la guardia, servidor del rey de Babilonia, entró en Jerusalén.
Luego incendiaron el templo de Dios, demolieron las murallas de Jerusalén, prendieron fuego a todos sus palacios y destruyeron todos los objetos preciosos.
Y me respondieron: 'El resto salvado, los que se han librado de la cautividad, están ahora all en la provincia llenos de aflicción y de afrenta. La muralla de Jerusalén está llena de brechas, y sus puertas están destruidas por el fuego'.
A mis o dos gritó Yahveh Sebaot: s, muchas casas serán asoladas; grandes y hermosas, pero sin habitantes.
Pero si no me escucháis, si no santificáis el d a del sábado dejando de transportar cargas y de pasarlas por las puertas de Jerusalén el d a del sábado, entonces en sus puertas encenderé fuego que devorará los palacios de Jerusalén y no se apagará'.
Pues he dirigido mi rostro contra esta ciudad para mal y no para bien - oráculo de Yahveh -. Será entregada en mano del rey de Babilonia y la incendiará'.
Los caldeos que combaten contra esta ciudad entrarán, la pasarán a fuego y la quemarán, junto con las casas en cuyas terrazas incensaron a Baal y libaron libaciones a otros dioses para ofenderme.
as dice Yahveh, Dios de Israel: 'Vete a hablar a Sedec as, rey de Judá, y dile: 'Mira: voy a entregar esta ciudad en mano del rey de Babilonia, que le prenderá fuego.
Estoy dando ya la orden - oráculo de Yahveh - para hacerlos volver a esta ciudad, a fin de que luchen contra ella, la tomen y la entreguen al fuego; pues de las ciudades de Judá voy a hacer un desierto, sin habitantes'.
Pues aunque derrotarais a todo el ejército de los caldeos que luchan contra vosotros y sólo quedaran entre ellos hombres malheridos, se levantar an cada uno de su tienda y prender an fuego a esta ciudad.
Pero si no te pasas a los jefes del rey de Babilonia, esta ciudad será entregada en mano de los caldeos, que la incendiarán, y tú no escaparás de su mano'.
Escalad sus terrazas y destruid, dadle el golpe de gracia; arrancad sus mugrones, pues no son de Yahveh.
Por eso, as dice el Se or Yahveh: mirad que mi ira y mi furor se va a volcar en este lugar sobre los hombres y sobre los animales, sobre los árboles del campo y sobre los frutos de la tierra; y arderá sin apagarse'.
Su mano tendió el opresor Yod a todos sus tesoros; ella vio a las naciones entrar en su santuario, aquellas a las que prohibiste entrar en tu asamblea.
Destruyó el Se or sin piedad Bet todas las moradas de Jacob; derribó, en su furor, las fortalezas de la hija de Judá; echó por tierra, profanó al reino con sus jefes.
Desde ó su altar el Se or, Zain profanó su santuario; entregó los muros de sus palacios en poder del enemigo; éste gritó en la casa de Yahveh como en d a de fiesta.
Prenderán fuego a tus casas y te aplicarán los castigos a la vista de numerosas mujeres. Acabaré con tu prostitución y ya no podrás dar encima la paga.
La multitud las matará a pedradas y las acuchillará con sus espadas; matarán a sus hijos y a sus hijas y prenderán fuego a sus casas.
El a o undécimo de nuestra deportación, el d a cinco del décimo mes, un fugitivo de Jerusalén me trajo esta noticia: 'La ciudad ha sido tomada'.
Justamente por vuestra culpa, Sión será arada como un campo, Jerusalén reducida a un montón de ruinas y el monte del templo a un cerro de maleza.