Los correos pasaron de ciudad en ciudad por tierras de Efra n y de Manasés hasta las de Zabulón. Pero la gente se re a y se burlaba de ellos.
Jeremías 38:19 - Biblia Castilian 2003 'Estoy preocupado - dijo el rey Sedec as a Jerem as - por causa de los jud os que se han pasado a los caldeos, no sea que me entreguen en su mano y se burlen de m '. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Y dijo el rey Sedequías a Jeremías: Tengo temor de los judíos que se han pasado a los caldeos, no sea que me entreguen en sus manos y me escarnezcan. Biblia Nueva Traducción Viviente —Pero tengo miedo de rendirme —dijo el rey—, porque los babilonios me pueden entregar a los judíos que desertaron para unirse a ellos. ¡Y quién sabe qué me harán! Biblia Católica (Latinoamericana) Sedecías dijo a Jeremías: 'Les tengo miedo a los judíos que se han pasado a los caldeos; pues si me entregan a ellos, se vengarán de mi persona. La Biblia Textual 3a Edicion El rey Sedequías dijo a Jeremías: Tengo temor de los judíos que desertaron a los caldeos, no sea que me entreguen en sus manos y me escarnezcan. Biblia Serafín de Ausejo 1975 'Estoy preocupado -dijo el rey Sedecías a Jeremías- por causa de los judíos que se han pasado a los caldeos, no sea que me entreguen en su mano y se burlen de mí'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y el rey Sedequías dijo a Jeremías: Tengo temor de los judíos que se han pasado a los caldeos, no sea que me entreguen en sus manos y me escarnezcan. |
Los correos pasaron de ciudad en ciudad por tierras de Efra n y de Manasés hasta las de Zabulón. Pero la gente se re a y se burlaba de ellos.
Cuando Sanbalat y Tob as, los árabes, los amonitas y los de Asdod supieron que progresaba la restauración de las murallas de Jerusalén, y que hab an empezado a cerrarse las brechas, se irritaron sobremanera,
como si temiera el rumor de la gente o me asustara el desprecio del pueblo y callara sin salir a la puerta.
El temor a los hombres es una trampa; quien conf a en Yahveh vive seguro.
¿Ante quién temblabas y tem as cuando ment as? De m no te acordabas ni te lo tomabas a pecho. ¿No soy yo quien calla y disimula? Por eso a m no me tem as.
Tú me sedujiste, Yahveh, y yo me dejé seducir. Fuiste más fuerte que yo y contra m prevaleciste. Sirvo de irrisión todo el d a; todos ellos se burlan de m.
mira: todas las mujeres que quedan en el palacio del rey de Judá serán llevadas a los jefes del rey de Babilonia e irán cantando: 'Te enga aron y pudieron contra ti tus buenos amigos; se hundieron tus pies en el fango, pero ellos te han dado la espalda'.
'Ah está en vuestras manos - respondió el rey Sedec as -, pues el rey nada puede contra vosotros'.
Nabuzardán, jefe de la escolta, deportó a Babilonia al resto de la población que hab a quedado en la ciudad, a los desertores que se hab an pasado a él y al resto de los artesanos que quedaban.
Sin embargo, también de entre los jefes muchos creyeron en él; pero, por miedo a los fariseos, no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga.
Y como sus corazones se sent an alegres dijeron: 'Llamad a Sansón para que nos divierta'. Trajeron a Sansón de la cárcel y les sirvió de diversión. Luego lo colocaron entre las columnas.
Él llamó de inmediato a su joven escudero y le dijo: 'Saca tu espada y remátame, para que nadie diga de m: 'Una mujer lo ha matado''. Su escudero lo traspasó, y él murió.
Saúl dijo entonces a Samuel: 'He pecado, porque he transgredido el mandato de Yahveh y tus palabras; pero ha sido porque tuve miedo al pueblo y escuché su clamor.
Dijo entonces a su escudero: 'Desenvaina tu espada y atraviésame con ella, no sea que lleguen esos incircuncisos y me atraviesen y hagan escarnio de m '. Pero no quiso acceder su escudero, por el gran temor que sent a. Saúl tomó entonces su propia espada y se dejó caer sobre ella.