Di, pues, que eres mi hermana, a fin de que me vaya bien por tu causa, y gracias a ti salve yo la vida'.
Jeremías 38:17 - Biblia Castilian 2003 Y Jerem as dijo a Sedec as: 'As dice Yahveh, Dios Sebaot, Dios de Israel: si te pasas voluntariamente a los jefes del rey de Babilonia, salvarás tu vida, y esta ciudad no será quemada por el fuego; vivirás tú y los de tu casa. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Entonces dijo Jeremías a Sedequías: Así ha dicho Jehová Dios de los ejércitos, Dios de Israel: Si te entregas en seguida a los príncipes del rey de Babilonia, tu alma vivirá, y esta ciudad no será puesta a fuego, y vivirás tú y tu casa. Biblia Nueva Traducción Viviente Entonces Jeremías le dijo a Sedequías: —Esto dice el Señor Dios de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel: “Si te rindes a los oficiales babilónicos, tú y toda tu familia vivirán, y la ciudad no será incendiada; Biblia Católica (Latinoamericana) Y Jeremías transmitió al rey esta palabra de Yavé: 'Si te entregas a los generales del rey de Babel, salvarás tu vida y esta ciudad no será quemada; vivirás tú y los tuyos. La Biblia Textual 3a Edicion Entonces dijo Jeremías a Sedequías: Así dice YHVH ’Elohim Sebaot, Dios de Israel: Si te entregas en seguida a los príncipes del rey de Babilonia, tu alma vivirá, y esta ciudad no será puesta a fuego, y vivirás, tú y tu casa. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Y Jeremías dijo a Sedecías: 'Así dice Yahveh, Dios Sebaot, Dios de Israel: si te pasas voluntariamente a los jefes del rey de Babilonia, salvarás tu vida, y esta ciudad no será quemada por el fuego; vivirás tú y los de tu casa. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Entonces dijo Jeremías a Sedequías: Así dice Jehová, Dios de los ejércitos, el Dios de Israel: Si en verdad te pasas a los príncipes del rey de Babilonia, tu alma vivirá, y esta ciudad no será puesta a fuego; y vivirás tú y tu casa: |
Di, pues, que eres mi hermana, a fin de que me vaya bien por tu causa, y gracias a ti salve yo la vida'.
Entonces Jecon as, rey de Judá, se rindió al rey de Babilonia, as él como su madre, sus servidores, sus jefes y sus eunucos. El rey de Babilonia lo hizo prisionero en el a o octavo de su reinado.
En el a o treinta y siete del cautiverio de Jecon as, rey de Judá, en el duodécimo mes, el d a veintisiete del mes, Evil Merodac, rey de Babilonia, en el a o en que comenzó a reinar, indultó a Jecon as, rey de Judá, y lo sacó de la prisión.
Sea exaltado por siempre tu nombre y d gase: 'Yahveh Sebaot es el Dios de Israel'. Y que la casa de tu siervo David permanezca firme en tu presencia,
En torno a m se fueron reuniendo todos los que tem an las palabras del Dios de Israel, en vista de la prevaricación de los que hab an venido del cautiverio. Permanec abatido y desolado hasta la hora del sacrificio de la tarde.
Pero él lo ha decidido, y ¿quién le hará cambiar? Hará lo que tiene proyectado.
A Sedec as, rey de Judá, le hablé de acuerdo en todo con esas palabras, diciéndole: 'Someted vuestros cuellos al yugo del rey de Babilonia y servidle a él y a su pueblo, y viviréis.
No les hagáis caso; servid al rey de Babilonia, y viviréis. ¿Por qué habrá de ser esta ciudad una ruina?
Pero la nación y el reino que no se someta a él, a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y no ponga su cuello bajo el yugo del rey de Babilonia, a esa nación la castigaré por medio de la espada, del hambre y de la peste - oráculo de Yahveh -, hasta que yo la aniquile por su mano.
'As dice Yahveh: quien se quede en esta ciudad morirá a espada, de hambre o de peste. Quien se pase a los caldeos, vivirá; tendrá su vida por bot n, pues seguirá viviendo.
entraron todos los jefes del rey de Babilonia y se instalaron en la Puerta Central: Nergal Sareser, pr ncipe de Sin Maguir, oficial mayor, Nebusasbán, alto dignatario, y todos los demás jefes del rey de Babilonia.
Godol as, hijo de Ajicán, hijo de Safán, les hizo, a ellos y a sus hombres, el siguiente juramento: 'No temáis servir a los caldeos, estableceos en el pa s, servid al rey de Babilonia, y os irá bien.
Ahora, as dice Yahveh, el Dios Sebaot, el Dios de Israel: '¿Por qué os hacéis tan grave da o a vosotros mismos, exterminando de en medio de Judá a hombres y mujeres, a ni os y lactantes, de forma que no os quede ni un resto,
Y he aqu que la gloria del Dios de Israel estaba all, tal como yo la hab a visto en la llanura.