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Jeremías 3:17 - Biblia Castilian 2003

En aquel tiempo llamarán a Jerusalén trono de Yahveh, y en ella, en Jerusalén, se congregarán todas las naciones en nombre de Yahveh, y no seguirán más la obstinación de su malvado corazón.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

En aquel tiempo llamarán a Jerusalén: Trono de Jehová, y todas las naciones vendrán a ella en el nombre de Jehová en Jerusalén; ni andarán más tras la dureza de su malvado corazón.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

En aquel día, Jerusalén será conocida como ‘el Trono del Señor’. Todas las naciones acudirán a Jerusalén para honrar al Señor. Ya no seguirán tercamente sus propios malos deseos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Entonces llamarán a Jerusalén 'el trono de Yavé' y a su alrededor se juntarán todas las naciones, sin seguir más la dureza de sus malos corazones.

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La Biblia Textual 3a Edicion

En aquel tiempo Jerusalem será llamada Trono de YHVH, y serán reunidas a ella todas las naciones, al nombre de YHVH en Jerusalem; y no andarán más tras la dureza de su malvado corazón.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

En aquel tiempo llamarán a Jerusalén trono de Yahveh, y en ella, en Jerusalén, se congregarán todas las naciones en nombre de Yahveh, y no seguirán más la obstinación de su malvado corazón.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

En aquel tiempo llamarán a Jerusalén: Trono de Jehová, y todas las naciones se unirán a ella en el nombre de Jehová en Jerusalén; y no andarán más tras la dureza de su malvado corazón.

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Lòt tradiksyon



Jeremías 3:17
44 Referans Kwoze  

Aspiró Yahveh el calmante aroma y dijo Yahveh en su corazón: 'No volveré ya más a maldecir la tierra por causa del hombre, pues los designios del corazón del hombre son malos desde su ni ez, ni volveré a castigar más a todo viviente, como lo he hecho.


Y aun al extranjero que no pertenece a tu pueblo Israel, si viniere de tierras lejanas por amor de tu nombre,


al congregarse en uno los pueblos y los reinos para el servicio del Se or.


As no serán como sus padres, gente rebelde y sediciosa, raza sin ánimo seguro y de esp ritu infiel ante su Dios.


Con honor se habla de ti, ciudad de Dios. Selah


S, en la vereda de tus juicios te esperamos, Yahveh; tu nombre y tu recuerdo son el anhelo del alma.


A los extranjeros que se asocian a Yahveh para servirle, para amar el nombre de Yahveh y ser sus servidores, a cuantos guardan el sábado sin profanarlo y se atienen a mi pacto,


Y temerán desde el occidente el nombre de Yahveh y desde el sol naciente su gloria; pues vendrá como torrente desencadenado al que impulsa el soplo de Yahveh.


El a o de la muerte del rey Oz as, vi al Se or sentado en un trono alto y elevado. Las orlas de su vestido llenaban el templo.


As dice Yahveh: 'El cielo es mi trono, y la tierra el escabel de mis pies. ¿Qué templo me edificaréis y cuál el lugar de mi descanso?


Pero yo vengo a reunir a todas las naciones y lenguas: ellas vendrán y verán mi gloria.


Traerán a todos vuestros hermanos de todas las naciones, como oblación a Yahveh en caballos, en carros y en literas, en mulos y en dromedarios, a mi santa monta a, a Jerusalén - dice Yahveh -, como traen los hijos de Israel la oblación en vasos puros al templo de Yahveh.


Pero ellos no escucharon ni aplicaron su o do, sino que cada uno siguió la obstinación de su corazón malvado, y por eso hice recaer sobre ellos todas las palabras de esta alianza que les hab a mandado cumplir y que no cumplieron'.


Y después que los haya arrancado, volveré a tener compasión de ellos, y los restableceré a cada uno en su heredad y a cada uno en su pa s.


Y si realmente aprenden los caminos de mi pueblo, de modo que juren en mi nombre: '¡Por vida de Yahveh!' - como ense aron a mi pueblo a jurar por Baal -, entonces serán establecidos en medio de mi pueblo.


No nos desprecies por amor a tu nombre, no deshonres el trono de tu gloria. ¡Acuérdate! ¡No rompas tu alianza con nosotros!


Pero vosotros habéis obrado peor que vuestros padres; pues he aqu que cada uno de vosotros sigue la obstinación de su corazón malvado, sin escucharme.


Yahveh, mi fuerza y mi fortaleza, mi refugio en el d a de angustia, a ti vendrán naciones de los confines de la tierra y dirán: Sólo mentira heredaron nuestros padres, vanidad que de nada sirve.


¡Trono de gloria, sublime desde el principio, lugar de nuestro santuario!


Pero ellos dijeron: '¡Es inútil! Porque tras nuestros planes iremos, y cada uno actuará según la obstinación de su perverso corazón''.


Yo hab a pensado: Te pondré entre los hijos y te daré un pa s delicioso, la herencia más preciosa de las naciones. Y me dec a: me llamarás 'Padre m o', y de mi seguimiento no te apartarás.


As dice Yahveh Sebaot, Dios de Israel: 'Todav a se volverá a decir en el pa s de Judá y en sus ciudades, cuando cambie su suerte: '¡Que Yahveh te bendiga, morada de justicia, monta a santa!'.


Y esto será para m renombre, gozo, alabanza y gloria en todas las naciones de la tierra que oigan el bien que voy a hacerles, y as teman y se estremezcan ante todo el bien y ante toda la paz que voy a procurarles.


Si juras: '¡Por vida de Yahveh!'. con verdad, rectitud y justicia, en él serán bendecidas las naciones y en él se gloriarán.


Pero no me escucharon ni aplicaron su o do, sino que caminaron según sus planes, según la obstinación de su corazón malvado, y en vez de avanzar retrocedieron.


Por eso, as dice Yahveh Sebaot, Dios de Israel: Aqu estoy: voy a darle de comer a este pueblo ajenjo, y voy a darle de beber agua envenenada.


Por encima de la plataforma que estaba sobre sus cabezas hab a como una especie de piedra de zafiro en forma de trono; y sobre esta forma del trono, una figura con apariencia de hombre que estaba sobre él, por la parte de arriba.


y me dec a: 'Hijo de hombre, éste es el lugar de mi trono y el lugar de las plantas de mis pies, donde voy a residir en medio de los hijos de Israel para siempre. La casa de Israel no volverá a contaminar mi santo nombre, ni ellos ni sus reyes, con sus prostituciones ni con los cadáveres de sus reyes cuando mueran,


Per metro: dieciocho mil codos. Desde aquel d a, el nombre de la ciudad será 'Yahveh está all '.'


¡Vamos! Sálvate en Sión, tú que moras en Babel.


Quiero traerlos a casa, para que habiten en Jerusalén. Ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios con verdad y con justicia'.


Cuando veáis el fleco, os traerá a la memoria todos los mandamientos de Yahveh, para que los pongáis en práctica y no os dejéis llevar por los caprichos de vuestro corazón ni de vuestros ojos, a causa de los cuales os prostitu s.


Pues habiendo conocido a Dios, no le dieron gloria como a Dios ni le mostraron gratitud; antes se extraviaron en sus razonamientos y su insensato corazón quedó en tinieblas.


Porque el pecado no tendrá ya dominio sobre vosotros, pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.


Pero la Jerusalén de arriba es libre; y ésta es nuestra madre.


Pero después de la muerte del juez volv an a corromperse más aún que sus padres: se iban tras dioses extra os, les daban culto y se postraban ante ellos, y no renunciaban a sus prácticas perversas ni a su empedernida conducta.