Pero no desaparecieron los lugares altos, y el pueblo segu a ofreciendo sacrificios y quemando incienso en ellos. Fue él quien restauró la puerta superior del templo de Yahveh.
Jeremías 26:10 - Biblia Castilian 2003 Cuando los pr ncipes de Judá tuvieron noticia de estas cosas, subieron desde el palacio real al templo de Yahveh y se sentaron a la entrada de la puerta nueva del templo de Yahveh. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Y los príncipes de Judá oyeron estas cosas, y subieron de la casa del rey a la casa de Jehová, y se sentaron en la entrada de la puerta nueva de la casa de Jehová. Biblia Nueva Traducción Viviente Cuando los funcionarios de Judá oyeron lo que pasaba, corrieron del palacio a sentarse a juzgar junto a la puerta Nueva del templo. Biblia Católica (Latinoamericana) Al enterarse de esto, los jefes de Judá subieron desde el palacio del rey a la Casa de Yavé, donde se sentaron para juzgar el asunto a la entrada de la Puerta Nueva. La Biblia Textual 3a Edicion Cuando los príncipes de Judá oyeron estas cosas, subieron desde el palacio real a la Casa de YHVH, y se sentaron en la entrada del nuevo pórtico de la Casa de YHVH. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Cuando los príncipes de Judá tuvieron noticia de estas cosas, subieron desde el palacio real al templo de Yahveh y se sentaron a la entrada de la puerta nueva del templo de Yahveh. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y los príncipes de Judá oyeron estas cosas, y subieron de la casa del rey a la casa de Jehová; y se sentaron en la entrada de la puerta nueva de la casa de Jehová. |
Pero no desaparecieron los lugares altos, y el pueblo segu a ofreciendo sacrificios y quemando incienso en ellos. Fue él quien restauró la puerta superior del templo de Yahveh.
Fue él quien restauró la puerta superior del templo de Yahveh, e hizo muchas obras en la muralla de Ofil.
Y Pasjur mandó azotar al profeta Jerem as y lo puso en el cepo que hab a en la puerta superior de Benjam n, en el templo de Yahveh.
Pero cuando Joaqu n, todos sus guerreros y todos los pr ncipes tuvieron noticia de sus palabras, el rey trató de darle muerte. Al enterarse Ur as tuvo miedo, huyó y se refugió en Egipto.
Sin embargo, la mano de Ajicán, hijo de Safán, veló por Jerem as, para que no fuera entregado en manos del pueblo y le dieran muerte.
Todos los pr ncipes y todo el pueblo que hab an tomado parte en el acuerdo accedieron a dejar en libertad cada uno a su esclavo o a su esclava, para no volver a tenerlos por esclavos; accedieron, pues, y los dejaron en libertad.
A los pr ncipes de Judá y a los pr ncipes de Jerusalén, a los eunucos y a los sacerdotes, y a toda la población del pa s, que han pasado entre los trozos del novillo,
Baruc leyó entonces en el libro las palabras de Jerem as en el templo de Yahveh, en la sala de Guemar as, hijo de Safán, el secretario, en el atrio superior, a la entrada de la Puerta Nueva del templo de Yahveh, y todo el pueblo escuchaba.
Y cuando Elnatán, Dela as y Guemar as instaron al rey para que no quemara el rollo, no sólo no les hizo caso
Sus jefes, dentro de ella, son como lobos que desgarran la presa, derramando sangre y matando a las personas para hacer su negocio.
Los pr ncipes de Israel están en ti para derramar sangre, cada uno de ellos tanta como puede.