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Jeremías 20:16 - Biblia Castilian 2003

Sea este hombre como las ciudades que derribó Yahveh sin compasión; oiga gritos por la ma ana y alaridos al mediod a,

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Montre Interlinear Bible

Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

Y sea el tal hombre como las ciudades que asoló Jehová, y no se arrepintió; oiga gritos de mañana, y voces a mediodía,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Que lo destruyan como a las ciudades de la antigüedad que el Señor derribó sin misericordia. Asústenlo todo el día con gritos de batalla,

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Que ese hombre sea como aquellas ciudades que Yavé ha destruido sin compasión; que sienta el grito de alarma en la mañana y el clamor de guerra al mediodía,

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La Biblia Textual 3a Edicion

Sea tal hombre como las ciudades que destruyó YHVH sin apiadarse, Y oiga clamores por la mañana y gritos de alarma° al mediodía,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Sea este hombre como las ciudades que derribó Yahveh sin compasión; oiga gritos por la mañana y alaridos al mediodía,

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y sea el tal hombre como las ciudades que asoló Jehová, y no se arrepintió; y oiga gritos de mañana, y voces al mediodía;

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Lòt tradiksyon



Jeremías 20:16
25 Referans Kwoze  

¡Que se oiga un clamor desde sus casas cuando les traigas bandidos de repente! Pues cavaron una fosa para cazarme y pusieron trampas ocultas a mis pies.


pero si esta nación contra la cual yo hab a hablado se convierte de su maldad, entonces me arrepiento del mal que hab a planeado hacerle.


Pero en los profetas de Jerusalén observé algo monstruoso: cometer adulterio y proceder con mentira, fortalecer las manos de los malvados, sin que nadie se convierta de su maldad. Para m, todos ellos son como Sodoma, y sus habitantes, como Gomorra.


Ahora, pues, enmendad vuestra conducta y vuestras obras y escuchad la voz de Yahveh, vuestro Dios, para que Yahveh se arrepienta del mal que ha predicho contra vosotros.


¡Mis entra as! ¡Mis entra as! ¡Me retuerzo de dolor! ¡Entretelas de mi corazón! Mi corazón me palpita, no puedo callarme, pues sonido de trompeta oye mi alma, alarma de guerra.


Superaba la culpa de la hija de Sión Váu al pecado de Sodoma, que fue destruida en un instante sin que nadie pusiera las manos en ella.


También yo batiré palmas y aplacaré mi furor. Yo, Yahveh, he hablado'.'


surgirá un tumulto en tu pueblo: todas tus fortalezas serán destruidas, como Salmán destruyó a Bet Arbel en el d a del combate, cuando la madre fue estrellada con los hijos.


¿Cómo podré yo abandonarte, Efra n; cómo entregarte, Israel? ¿Cómo podré yo dejarte como a Admá, ni hacerte semejante a Sebo n? Mi corazón se remueve dentro de m, a la vez que se conmueven mis entra as.


¿Los libraré del poder del seol, los rescataré de la muerte? ¿Dónde está, muerte, tu peste? ¿Dónde, seol, tu epidemia? La compasión se aparta de mis ojos.


Pondré fuego a las murallas de Rabá, que devorará sus palacios, entre la alarma de un d a de batalla, entre el torbellino de un d a de tormenta.


Enviaré fuego a Moab, que devorará los palacios de Queriyot. Morirá Moab entre el tumulto, en medio de la alarma, al son de la trompeta.


Os derribé como Dios derribó a Sodoma y a Gomorra, y fuisteis como tizón sacado del incendio, pero no habéis vuelto a m - oráculo de Yahveh -.


Jonás se fue adentrando en la ciudad y caminó por sus calles durante un d a proclamando a grandes voces: 'Dentro de cuarenta d as, N nive será destruida'.


y oró as a Yahveh: '¡Ah Yahveh! ¿No era esto lo que yo me dec a cuando aún estaba en mi pa s? Por eso me apresuré a huir a Tarsis, pues sab a que tú eres clemente y misericordioso, lento a la ira y rico en bondad, y que te arrepientes del mal con que amenazas.


d a de trompetas y de alarma contra las ciudades fortificadas, contra los altos torreones.


Por eso, juro por mi vida - oráculo de Yahveh Sebaot, Dios de Israel -: Moab será como Sodoma, los hijos de Amón como Gomorra: campo de ortigas, mina de sal, desolación eterna. El resto de mi pueblo los saqueará, el residuo de mi nación los heredará.


pero, el d a en que salió Lot de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre y acabó con todos.


'Azufre, sal, tierra calcinada es toda esta tierra; no podrá sembrarse ya más; nada brotará en ella ni crecerá hierba alguna, como en la catástrofe de Sodoma y Gomorra, de Admá y Sebo n, que asoló Yahveh en su cólera y en su furor'.


Y todas las naciones exclamarán: '¿Por qué Yahveh ha tratado as a esta tierra? ¿Qué significa el ardor de esta gran cólera?'.


Condenó a la destrucción a las ciudades de Sodoma y Gomorra, reduciéndolas a ceniza y ofreciendo un ejemplo para imp os venideros.


Y de igual modo, también Sodoma y Gomorra y las ciudades circunvecinas sirven de escarmiento y sufren el castigo de un fuego eterno, porque, lo mismo que ellos, se entregaron a la prostitución y a los vicios contra la naturaleza.