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Jeremías 18:21 - Biblia Castilian 2003

Por eso, entrega sus hijos al hambre, y vuélcalos en manos de la espada. ¡Sean sus mujeres privadas de hijos y viudas! ¡Sean sus maridos muertos por la peste! ¡Sean sus jóvenes heridos por la espada en la batalla!

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Montre Interlinear Bible

Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

Por tanto, entrega sus hijos a hambre, dispérsalos por medio de la espada, y queden sus mujeres sin hijos, y viudas; y sus maridos sean puestos a muerte, y sus jóvenes heridos a espada en la guerra.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

¡Así que deja que sus hijos se mueran de hambre! ¡Deja que mueran a espada! Que sus esposas se conviertan en viudas, sin hijos. ¡Que sus ancianos se mueran por una plaga y que sus jóvenes sean muertos en batalla!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

¡Entrega, pues, sus hijos al hambre, déjalos a merced de la espada! Que sus mujeres se queden sin hijos ni maridos. ¡Que sus esposos sean muertos por la peste y sus jóvenes atravesados por la espada en la guerra!

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La Biblia Textual 3a Edicion

Ahora entrega sus hijos al hambre, Y arrójalos al poder de la espada; Queden sus mujeres viudas y sin hijos, Mueran de peste sus varones, Y sus jóvenes sean heridos a espada.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Por eso, entrega sus hijos al hambre, y vuélcalos en manos de la espada. ¡Sean sus mujeres privadas de hijos y viudas! ¡Sean sus maridos muertos por la peste! ¡Sean sus jóvenes heridos por la espada en la batalla!

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Por tanto, entrega sus hijos al hambre, y haz derramar su sangre por medio de la espada; y sus esposas queden sin hijos y viudas; y sus maridos sean puestos a muerte, y sus jóvenes heridos a espada en la guerra.

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Lòt tradiksyon



Jeremías 18:21
27 Referans Kwoze  

En efecto, Dios mandó contra ellos al rey de los caldeos, quien mató a filo de espada a los mejores dentro del recinto del santuario, sin perdonar a jóvenes ni a doncellas, a ancianos ni a encanecidos. Dios los entregó a todos en sus manos.


Los que me buscan para ruina entrarán en las profundidades de la tierra;


serán dados al filo de la espada para hacerse bot n de los chacales.


Si prestas dinero a uno de mi pueblo, al indigente que está contigo, no te comportarás con él como usurero: no le cobrarás intereses.


Sus arcos acribillan a los jóvenes. No se compadecen del fruto del vientre, sus ojos no se apiadan de los ni os.


Por eso no tendrá Yahveh compasión de sus jóvenes, no se compadecerá de sus huérfanos y viudas. Pues todos ellos son imp os y malvados y toda boca profiere necedades. Con todo esto, no se calmó su ira, y su mano está aún extendida.


Pues arde como fuego la maldad, que devora zarzas y abrojos; prende en los matorrales del bosque, que crepitan en remolinos de humo.


Yahveh, tú me conoces, me ves, sabes que mi corazón está contigo. Sepáralos como ovejas para el matadero, conságralos para el d a de la matanza.


y la gente a la que han profetizado yacerá tirada por las calles de Jerusalén a consecuencia del hambre y de la espada, y no habrá quien los entierre, ni a ellos ni a sus mujeres, ni a sus hijos ni a sus hijas. As volcaré sobre ellos su iniquidad'.


Los aventé con el bieldo en las puertas del pa s; lo dejé sin hijos, aniquilé a mi pueblo, porque de conducta no cambiaron.


Sus viudas, por causa m a, son más numerosas que la arena del mar. He tra do contra esta madre de jóvenes guerreros un devastador al mediod a; eché sobre ella de repente terror y espanto.


Por eso caerán sus jóvenes en las plazas, aquel d a todos sus guerreros enmudecerán - oráculo de Yahveh -.


Caerá el cadáver del hombre, como estiércol en pleno campo y como gavilla detrás del segador, sin que haya quien lo recoja''.


El Se or rechazó lejos de m Sámek a todos mis guerreros. Convocó contra m una asamblea para aplastar a mis jóvenes. El Se or pisó en el lagar a la virgen, hija de Judá.


Huérfanos estamos, sin padre; como viudas son nuestras madres.


Te aplicaré los castigos de las adúlteras y de las homicidas y te haré v ctima de mi furor y de mi celo.


Dentro de ella, sus pr ncipes son como león rugiente que desgarra la presa: devoran personas, se apoderan de haciendas y objetos preciosos, multiplican el número de viudas dentro de ella.


Envié contra vosotros una peste como la peste de Egipto; maté con la espada a vuestros jóvenes y vuestros caballos eran capturados; hice subir a vuestras narices el hedor de vuestros campamentos. Pero no habéis vuelto a m - oráculo de Yahveh -.


Allá fuera, la espada los privará de hijos, y allá dentro reinará el espanto tanto en el joven como en la doncella, en el ni o de pecho igual que en el anciano.


Alejandro, el herrero, me ha perjudicado mucho: el Se or le dará lo merecido por sus obras.


Pero Samuel le dijo: 'As como tu espada ha privado de sus hijos a las mujeres, as, entre las mujeres, tu madre será privada de hijo'. Y Samuel degolló a Agag ante Yahveh en Guilgal.