Dichoso el hombre que no sigue el consejo del imp o, ni en el camino del errado se detiene, ni en la reunión de los malvados toma asiento,
Jeremías 15:17 - Biblia Castilian 2003 No me senté en compa a de gente alegre ni anduve de fiesta en fiesta; por mor de tu mano me sentaba yo solo, porque de tu furor me llenaste. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 No me senté en compañía de burladores, ni me engreí a causa de tu profecía; me senté solo, porque me llenaste de indignación. Biblia Nueva Traducción Viviente Nunca me uní a la gente en sus alegres banquetes. Me senté a solas porque tu mano estaba sobre mí y me llené de indignación ante sus pecados. Biblia Católica (Latinoamericana) Yo no me sentaba con otros para bromear, sino que, apenas tu mano me tomaba, yo me sentaba aparte, pues me habías llenado de tu propio enojo. La Biblia Textual 3a Edicion No me senté a disfrutar con los que se divertían, Forzado por tu mano me he sentado solitario, Porque me llenaste de indignación. Biblia Serafín de Ausejo 1975 No me senté en compañía de gente alegre ni anduve de fiesta en fiesta; por mor de tu mano me sentaba yo solo, porque de tu furor me llenaste. Biblia Reina Valera Gómez (2023) No me senté en compañía de burladores, ni me regocijé; me senté solo a causa de tu mano; porque me llenaste de indignación. |
Dichoso el hombre que no sigue el consejo del imp o, ni en el camino del errado se detiene, ni en la reunión de los malvados toma asiento,
Hoy te conf o las naciones y los reinos para arrancar y arrasar, para destruir y derruir, para edificar y plantar.
Si no escucháis esto, llorará en secreto mi alma ante tal orgullo, se deshará en lágrimas; derramarán lágrimas mis ojos, porque es llevada cautiva la grey de Yahveh.
No entres tampoco en casa de fiesta, para sentarte con ellos a comer y beber.
Por eso estoy lleno de la ira de Yahveh, estoy cansado de reprimirla. Vuélcala sobre el ni o en la calle, y sobre la tertulia de jóvenes también. Pues presos serán el hombre y la mujer, el anciano y la colmada de d as.
Hasta aqu el relato. Yo, Daniel, quedé asustado de mis pensamientos, palidec y lo guardé todo en mi corazón.
El ángel de Yahveh tomó la palabra y dijo: 'Yahveh Sebaot, ¿hasta cuándo seguirás sin apiadarte de Jerusalén y de las ciudades de Judá? Son ya setenta los a os que estás airados contra ellas'.
Por eso a ade: Salid de entre ellos y vivid aparte, dice el Se or. No toquéis nada impuro, y yo os acogeré.