Al ver Atal a, madre de Ocoz as, que su hijo hab a muerto, exterminó a toda la estirpe real.
Isaías 3:12 - Biblia Castilian 2003 A mi pueblo lo esquilma un chiquillo, mujeres lo dominan. Pueblo m o, tus gu as te enga an, la ruta de tus sendas embrollan. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Los opresores de mi pueblo son muchachos, y mujeres se enseñorearon de él. Pueblo mío, los que te guían te engañan, y tuercen el curso de tus caminos. Biblia Nueva Traducción Viviente Líderes inmaduros oprimen a mi pueblo, y las mujeres lo gobiernan. Oh pueblo mío, tus líderes te engañan; te llevan por el camino equivocado. Biblia Católica (Latinoamericana) Yavé se instala en su tribunal,
y se pone de pie para juzgar a su pueblo. La Biblia Textual 3a Edicion Los opresores de mi pueblo son muchachos,° Y las mujeres° se enseñorean de él. ¡Oh pueblo mío, los que te conducen te hacen errar, Y enmarañan el trazado de tus sendas. Biblia Serafín de Ausejo 1975 A mi pueblo lo esquilma un chiquillo, mujeres lo dominan. Pueblo mío, tus guías te engañan, la ruta de tus sendas embrollan. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Los opresores de mi pueblo son muchachos, y mujeres se enseñorearon de él. Pueblo mío, los que te guían te engañan, y tuercen el curso de tus caminos. |
Al ver Atal a, madre de Ocoz as, que su hijo hab a muerto, exterminó a toda la estirpe real.
Un pr ncipe sin tino aumenta la opresión; quien odia el lucro prolongará sus d as.
¡Ay de ti, pa s, que por rey tienes un ni o y cuyos pr ncipes banquetean ya de ma ana!
Yahveh infundió en su interior esp ritu de vértigo: extraviarán a Egipto en todas sus empresas, como se tambalea, al vomitar, el ebrio.
as dice Yahveh, tu Se or, tu Dios, que defiende a su pueblo: 'Mira: retiro de tu mano la copa del vértigo; el cáliz, la copa de mi ira ya no volverás a beberla;
los profetas profetizan con mentira, los sacerdotes gobiernan por su cuenta, y mi pueblo as lo quiere. Pero ¿qué haréis cuando llegue el fin?
As habla Yahveh contra los profetas que seducen a mi pueblo, los que proclaman: '¡Paz!', mientras tengan algo que masticar entre sus dientes; pero declaran: '¡Guerra santa!' a quien no les pone algo en la boca.
Mira a tu pueblo: sólo hay mujeres en medio de ti. Las puertas de tu pa s están abiertas a tus enemigos: el fuego ha devorado tus cerrojos.
Dejadlos. Son ciegos que gu an a otros ciegos; pero si un ciego gu a a otro ciego, los dos caerán en el hoyo'.
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el reino de los cielos! Pues ni vosotros entráis ni a los que están entrando les dejáis entrar.