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Génesis 49:4 - Biblia Castilian 2003

hirviente como el agua: no tendrás la primac a, porque subiste al lecho de tu padre; profanaste mi tálamo.

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Montre Interlinear Bible

Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

Impetuoso como las aguas, no serás el principal, Por cuanto subiste al lecho de tu padre; Entonces te envileciste, subiendo a mi estrado.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Pero eres tan impetuoso como una inundación, y ya no serás más el primero. Pues te acostaste con mi esposa; deshonraste mi cama matrimonial.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Eres como las aguas espumantes: no te encumbrarás, tú que subiste al lecho de tu padre y deshonraste mi cama.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Incontrolable como las aguas, No serás el principal, Pues subiste al lecho de tu padre y lo profanaste: ¡Mi tálamo escaló!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

hirviente como el agua: no tendrás la primacía, porque subiste al lecho de tu padre; profanaste mi tálamo.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Inestable como las aguas, no serás el principal; por cuanto subiste al lecho de tu padre; entonces te envileciste, subiendo a mi estrado.

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Lòt tradiksyon



Génesis 49:4
11 Referans Kwoze  

Mientras Israel habitaba en aquella tierra, fue Rubén y se acostó con Bilhá, concubina de su padre. Israel se enteró de ello. Jacob tuvo doce hijos.


Éstos son los nombres de los hijos de Israel que entraron en Egipto: Jacob y sus hijos. El primogénito de Jacob, Rubén;


Hijos de Rubén, primogénito de Israel. Porque él era realmente el primogénito, pero, por haber profanado el tálamo de su padre, su primogenitura pasó a los hijos de José, hijo de Israel, aunque José no fue inscrito como primogénito.


Por todas partes corre la noticia de un caso de lujuria, entre vosotros, pero tal lujuria que ni entre los paganos existe: que hay uno que vive con la mujer de su padre.


Maldito el que yaciere con la mujer de su padre, pues descubre el borde del manto de su padre. Y todo el pueblo dirá: Amén.


Viva Rubén; que nunca muera, y sean numerosos sus varones.


No desearás la mujer de tu prójimo, ni codiciarás la casa de tu prójimo, su campo, su siervo, su sierva, su buey, su asno, ni nada de lo que es suyo'.


Tienen sus ojos cargados de pasión por la adúltera, son insaciables en el pecado, seducen a las almas débiles, tienen el corazón ejercitado en la avaricia, son hijos de maldición.


De esto hablaba en todas sus cartas. Hay en ellas cosas dif ciles de entender, que los indoctos y vacilantes interpretan torcidamente, como lo hacen con las otras escrituras, para su propia perdición.