Entonces, el jefe de los coperos habló al Faraón, diciéndole: 'Ahora reconozco mi fallo.
Génesis 42:21 - Biblia Castilian 2003 Se iban diciendo unos a otros: 'En verdad somos culpables por lo de nuestro hermano, porque vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba, y no lo escuchamos; por esto nos ha sobrevenido esta tribulación'. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Y decían el uno al otro: Verdaderamente hemos pecado contra nuestro hermano, pues vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba, y no le escuchamos; por eso ha venido sobre nosotros esta angustia. Biblia Nueva Traducción Viviente Y hablando entre ellos, dijeron: «Es obvio que estamos pagando por lo que le hicimos hace tiempo a José. Vimos su angustia cuando rogaba por su vida, pero no quisimos escucharlo. Por eso ahora tenemos este problema». Biblia Católica (Latinoamericana) y ellos comentaban entre sí: 'Verdaderamente estamos pagando lo que hicimos con nuestro hermano, pues a pesar de ver su aflicción y de oír sus súplicas, no le hicimos caso. Por eso ahora ha venido sobre nosotros esta desgracia. La Biblia Textual 3a Edicion Y cada cual decía a su hermano: De cierto somos culpables por nuestro hermano, pues vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba, y no lo escuchamos, por eso ha venido sobre nosotros esta angustia. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Se iban diciendo unos a otros: 'En verdad somos culpables por lo de nuestro hermano, porque vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba, y no lo escuchamos; por esto nos ha sobrevenido esta tribulación'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y decían el uno al otro: Verdaderamente hemos pecado contra nuestro hermano, que vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba, y no le oímos: por eso ha venido sobre nosotros esta angustia. |
Entonces, el jefe de los coperos habló al Faraón, diciéndole: 'Ahora reconozco mi fallo.
Contestó Judá: '¿Qué podemos decir a mi se or? ¿Cómo le hablaremos para poder justificarnos? Es Dios quien manifiesta la culpa de tus siervos. Seremos, pues, esclavos de mi se or, nosotros y también aquél en cuyo poder fue hallada la copa'.
Dijo, pues, José a sus hermanos: 'Yo soy José. ¿Vive todav a mi padre?'. Sus hermanos no pudieron responderle, porque quedaron aterrados ante él.
Cuando los hermanos de José vieron que hab a muerto su padre, se dec an: 'Quizá José nos guarde rencor y nos devuelva todo el mal que le causamos'.
Dijo entonces David a Natán: 'He pecado contra Yahveh'. A lo que replicó Natán: 'Yahveh ha perdonado tu pecado; no morirás.
Ella dijo entonces a El as: '¿Qué tengo yo que ver contigo, hombre de Dios? ¿Has venido a mi para recordar mis culpas y hacer morir a mi hijo?'.
Quien cierra el o do al clamor del pobre clamará a su vez y no hallará respuesta.
¿No eres tú la culpable, por haber abandonado a Yahveh, tu Dios, cuando te conduc a por el camino?
Tu propia maldad te castiga, tus apostas as te escarmientan. Reconoce y advierte que es malo y amargo el haber dejado a Yahveh, tu Dios, y que en ti no se halle mi temor - oráculo del Se or Yahveh Sebaot -.
Por eso, as dice Yahveh: 'Vosotros no me habéis escuchado, al proclamar cada uno la manumisión de su hermano y de su prójimo. Pues mirad: yo voy a proclamar contra vosotros la manumisión - oráculo de Yahveh - para la espada, la peste y el hambre, convirtiéndoos en el terror de todos los reinos de la tierra.
Tu conducta y tus obras te causan estas cosas. Ésta es tu desgracia. ¡Qué amarga! ¡Cómo te llega al corazón!
Voy a volverme a mi lugar, hasta que exp en su culpa y busquen mi rostro; en su angustia me buscarán ansiosamente.
Pero si no lo hacéis as, pecaréis contra Yahveh y sabed que vuestro pecado no quedará sin castigo.
porque tal como juzguéis seréis juzgados, y tal como midáis seréis medidos.
porque tengo cinco hermanos -, con el fin de prevenirlos, para que no vengan también ellos a este lugar de tormento'.
Muchos de los que hab an abrazado la fe confesaban y denunciaban las prácticas supersticiosas a que se hab an dedicado.
Tendrá un juicio sin misericordia quien no tuvo misericordia. La misericordia prevalece sobre el juicio.
Si confesamos nuestros pecados, fiel es y justo para perdonarnos los pecados y para purificarnos de toda iniquidad.
Exclamó entonces Adoni Bézec: 'Setenta reyes, a quienes se les amputaron los pulgares de manos y pies, recog an migajas bajo mi mesa. Dios me paga mi merecido'. Le llevaron a Jerusalén y all murió.