No se hab an acostado todav a, cuando los hombres de la ciudad, los hombres de Sodoma, cercaron la casa, jóvenes y viejos, todo el pueblo sin excepción.
Génesis 19:7 - Biblia Castilian 2003 Luego les dijo: 'Os ruego, hermanos m os, que no cometáis tal maldad. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 y dijo: Os ruego, hermanos míos, que no hagáis tal maldad. Biblia Nueva Traducción Viviente —Por favor, hermanos míos —suplicó—, no hagan una cosa tan perversa. Biblia Católica (Latinoamericana) y les dijo: 'Les ruego, hermanos míos, que no cometan semejante maldad. La Biblia Textual 3a Edicion y exclamó: ¡Por favor, hermanos míos, no hagáis este mal! Biblia Serafín de Ausejo 1975 Luego les dijo: 'Os ruego, hermanos míos, que no cometáis tal maldad. Biblia Reina Valera Gómez (2023) y dijo: Os ruego, hermanos míos, que no hagáis tal maldad. |
No se hab an acostado todav a, cuando los hombres de la ciudad, los hombres de Sodoma, cercaron la casa, jóvenes y viejos, todo el pueblo sin excepción.
Mirad, tengo dos hijas que no han conocido varón; os las sacaré fuera, y haced con ellas como bien os parezca. Pero no hagáis nada a estos hombres, puesto que se cobijaron a la sombra de mi techo'.
No te acostarás con un varón como quien se acuesta con una mujer; es cosa abominable.
Si un hombre se acuesta con otro hombre, como se hace con una mujer, ambos cometen una acción abominable; morirán sin remisión. Su sangre caerá sobre ellos.
Él hizo provenir de uno a todo el linaje humano para que poblara toda la faz de la tierra; él fijó los tiempos determinados y los l mites habitables,
Por eso, Dios los entregó a tal impureza, a causa de sus ntimos torpes deseos, que llegaron a envilecer sus propios cuerpos.
Morará contigo, entre los tuyos, en el lugar que haya escogido en una de tus ciudades, el que mejor le parezca; no lo trates mal.
Y de igual modo, también Sodoma y Gomorra y las ciudades circunvecinas sirven de escarmiento y sufren el castigo de un fuego eterno, porque, lo mismo que ellos, se entregaron a la prostitución y a los vicios contra la naturaleza.
Salió entonces a ellos el due o de la casa y les dijo: 'Por favor, hermanos m os, no hagáis tal maldad; puesto que este hombre ha entrado a hospedarse en mi casa, no cometáis tal infamia.
Por aquel entonces, llegó Gaal, hijo de Ébed, con sus hermanos y, al pasar por Siquén, se ganó la confianza de los principales de Siquén.