Si de los cincuenta justos faltaran cinco, ¿por esos cinco destruirás a toda la ciudad?'. Contestó: 'No. No la destruiré si hallo all cuarenta y cinco'.
Génesis 18:27 - Biblia Castilian 2003 Abrahán prosiguió: 'Mira, te ruego. Aunque soy polvo y ceniza, me atrevo a hablar a mi Se or. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Y Abraham replicó y dijo: He aquí ahora que he comenzado a hablar a mi Señor, aunque soy polvo y ceniza. Biblia Nueva Traducción Viviente Entonces Abraham volvió a hablar: —Ya que he comenzado, permíteme decir algo más a mi Señor, aunque no soy más que polvo y cenizas. Biblia Católica (Latinoamericana) Abrahán volvió a hablar: 'Sé que a lo mejor es un atrevimiento hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza, La Biblia Textual 3a Edicion Y respondió Abraham, y dijo: En verdad, aunque soy polvo y ceniza, ahora que me he atrevido a hablar a mi Señor, Biblia Serafín de Ausejo 1975 Abrahán prosiguió: 'Mira, te ruego. Aunque soy polvo y ceniza, me atrevo a hablar a mi Señor. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y Abraham replicó y dijo: He aquí ahora que he comenzado a hablar a mi Señor, aunque soy polvo y ceniza: |
Si de los cincuenta justos faltaran cinco, ¿por esos cinco destruirás a toda la ciudad?'. Contestó: 'No. No la destruiré si hallo all cuarenta y cinco'.
Entonces Yahveh - Dios formó al hombre del polvo de la tierra, insufló en sus narices aliento de vida y el hombre se convirtió en ser viviente.
Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste tomado; porque polvo eres y al polvo volverás'.
y dije: '¡Dios m o! Me siento avergonzado y confuso al levantar, oh Dios m o, mi rostro hacia ti. Porque nuestras iniquidades se han multiplicado hasta por encima de nuestras cabezas, y nuestro pecado ha crecido hasta el cielo.
¡cuánto más a los que moran en casas de barro cuyos cimientos descansan en el polvo! Son aplastados como un gusano,
¿Qué es el hombre, Se or, para que de él te ocupes, el hijo del mortal, para que tú lo consideres?
Cuando miro los cielos hechura de tus manos, la luna y las estrellas que tú has establecido
Moisés trató de apaciguar la faz de Yahveh, su Dios, diciendo: '¿Por qué, oh Yahveh, ha de encenderse tu ira contra tu pueblo, al que sacaste del pa s de Egipto con gran poder y mano fuerte?
antes de que vuelva el polvo a la tierra de donde vino y el hálito vital vuelva a Dios, que lo dio.
Yo dije: '¡Ay de m ! ¡Estoy perdido, pues soy hombre de labios impuros que vivo en un pueblo de labios impuros, y mis ojos han visto al rey, a Yahveh Sebaot!'.
No te enojes, Yahveh, hasta el extremo, ni recuerdes por siempre la culpa; mira, ve: ¡Tu pueblo somos todos nosotros!
Luego les propuso una parábola sobre la necesidad que ten an de orar siempre y de no cansarse nunca.
Cuando Simón Pedro vio esto se echó a los pies de Jesús, diciéndole: 'Apártate de m, Se or, que soy hombre pecador'.