ya que la ley acarrea el castigo, mientras que donde no hay ley, tampoco hay transgresión.
Gálatas 2:19 - Biblia Castilian 2003 Pues yo por la ley mor a la ley, a fin de vivir para Dios. Con Cristo estoy crucificado. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios. Biblia Nueva Traducción Viviente Pues, cuando intenté obedecer la ley, la ley misma me condenó. Así que morí a la ley —es decir, dejé de intentar cumplir todas sus exigencias— a fin de vivir para Dios. Biblia Católica (Latinoamericana) En cuanto a mí, la misma Ley me llevó a morir a la Ley a fin de vivir para Dios.
He sido crucificado con Cristo, La Biblia Textual 3a Edicion Porque yo, por medio de la ley, a la ley he muerto, a fin de vivir para Dios. Con el Mesías he sido juntamente crucificado, Biblia Serafín de Ausejo 1975 Pues yo por la ley morí a la ley, a fin de vivir para Dios. Con Cristo estoy crucificado. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Porque yo por la ley soy muerto a la ley, a fin de que viva para Dios. |
ya que la ley acarrea el castigo, mientras que donde no hay ley, tampoco hay transgresión.
La ley intervino para que se multiplicaran las faltas; pero, donde se multiplicó el pecado, mucho más sobreabundó la gracia,
As también vosotros consideraos, de una parte [que estáis] muertos al pecado; y de otra, vivos para Dios en Cristo Jesús.
Porque el pecado no tendrá ya dominio sobre vosotros, pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.
¡Ni pensarlo! Quienes ya hemos muerto al pecado, ¿cómo hemos de seguir todav a viviendo en él?
Sabemos, desde luego, que la ley es espiritual; pero yo soy de carne y hueso, vendido como esclavo al pecado.
As, pues, hermanos m os, también vosotros quedasteis muertos para la ley por medio del cuerpo de Cristo, para pertenecer de hecho a otro: al resucitado de entre los muertos, de manera que demos frutos para Dios.
Porque la ley del Esp ritu, dador de la vida en Cristo Jesús, me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte.
As, pues, ya comáis ya bebáis, ya hagáis cualquiera otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios.
Con los jud os me he hecho jud o, para ganar jud os; con los súbditos de la ley me he hecho súbdito de la ley - yo que no lo soy -, para ganar a los súbditos de la ley.
Y por todos murió, para que los que viven no vivan ya para s mismos, sino para aquel que por ellos murió y fue resucitado.
Y ya no vivo yo; es Cristo quien vive en m. Y respecto del vivir ahora en carne, vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó a s mismo por m.
En efecto, todos los que proceden de las obras de la ley están bajo maldición, pues está escrito: Maldito todo el que no mantenga en vigor las palabras de esta ley, y no lo lleva a la práctica.
As, pues, la ley nos sirvió de ayo hasta llevarnos a Cristo, para que fuéramos justificados por la fe.
Pero, en cuanto a m, ¡l breme Dios de gloriarme en otra cosa que no sea la cruz de nuestro Se or Jesucristo, mediante la cual el mundo fue crucificado para m y yo para el mundo!
Si habéis muerto con Cristo a los elementos del mundo, ¿cómo es que, cual si vivierais en este mundo, os dejáis imponer ordenanzas del tipo de
pues habéis muerto, y vuestra vida está oculta, juntamente con Cristo, en Dios.
que murió por nosotros, para que, ya nos sorprenda despiertos o ya dormidos, lleguemos a vivir en su compa a.
el cual se entregó por nosotros, para rescatarnos de toda iniquidad y para purificarnos, haciendo de nosotros un pueblo que fuera su patrimonio, dedicado a buenas obras.
¡cuánto más la sangre de Cristo, que, en virtud del esp ritu eterno, se ofreció a Dios como sacrificio sin mancha, purificará nuestra conciencia de las obras muertas, para que rindamos culto al Dios vivo!
Él mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo y los subió al madero, para que, muertos a los pecados, vivamos para la justicia. Por sus cardenales habéis sido curados.
Porque se ha anunciado el evangelio aun a los muertos, precisamente para que, condenados en carne según hombres, vivan en esp ritu según Dios.