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Éxodo 17:11 - Biblia Castilian 2003

Y suced a que, cuando Moisés levantaba su mano, Israel prevalec a; pero cuando la dejaba caer, venc a Amalec.

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Montre Interlinear Bible

Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Mientras Moisés sostenía en alto la vara en su mano, los israelitas vencían; pero, cuando él bajaba la mano, dominaban los amalecitas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Y sucedió que mientras Moisés tenía las manos arriba, se imponía Israel, pero cuando las bajaba, se imponían los amalecitas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Y sucedió que mientras Moisés tenía en alto sus brazos,° vencía Israel, pero cuando él bajaba sus brazos, vencía Amalec.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Y sucedía que, cuando Moisés levantaba su mano, Israel prevalecía; pero cuando la dejaba caer, vencía Amalec.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec.

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Lòt tradiksyon



Éxodo 17:11
8 Referans Kwoze  

Contigo rechazamos a nuestros opresores y en tu nombre abatimos a nuestros enemigos.


De mi peregrinar llevas tú cuenta: recoge mi pesar en tu redoma, ¿no se halla ya en tu libro?


Cumplió Josué lo que le hab a ordenado Moisés y salió a combatir a Amalec, mientras Moisés, Aarón y Jur sub an a la cima de la colina.


Como a Moisés se le cansaban las manos, tomaron una piedra y se la pusieron debajo; él se sentó encima de ella, y Aarón y Jur le sosten an las manos, uno a un lado y otro al otro. De esta manera las manos se mantuvieron firmes hasta la puesta del sol.


Luego les propuso una parábola sobre la necesidad que ten an de orar siempre y de no cansarse nunca.


Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar levantando sus manos piadosas, sin ira ni altercados.


Confesaos, pues, los pecados unos a otros; orad unos por otros para ser curados. La oración asidua del justo tiene mucho poder.


Josué no retiró la mano que hab a tendido con el dardo hasta que entregó al anatema a todos los habitantes de Ay.