Rogó Isaac a Yahveh por su mujer, que era estéril. Le escuchó Yahveh y Rebeca, su mujer, concibió.
Esdras 8:23 - Biblia Castilian 2003 Ayunamos, pues, e invocamos a nuestro Dios con este fin, y él nos escuchó. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Ayunamos, pues, y pedimos a nuestro Dios sobre esto, y él nos fue propicio. Biblia Nueva Traducción Viviente Así que ayunamos y oramos intensamente para que nuestro Dios nos cuidara, y él oyó nuestra oración. Biblia Católica (Latinoamericana) Ayunamos pues y suplicamos a Dios por esa intención, y él nos escuchó. La Biblia Textual 3a Edicion Ayunamos, pues, y pedimos a nuestro Dios sobre esto, y Él atendió nuestro ruego. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Ayunamos, pues, e invocamos a nuestro Dios con este fin, y él nos escuchó. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Ayunamos, pues, y pedimos a nuestro Dios sobre esto, y Él nos fue propicio. |
Rogó Isaac a Yahveh por su mujer, que era estéril. Le escuchó Yahveh y Rebeca, su mujer, concibió.
Pero Joacaz imploró a Yahveh, y Yahveh lo escuchó, porque hab a visto la opresión a que somet a a los israelitas el rey de Aram.
Dios los ayudó contra ellos, y los agarenos y todos los que con ellos estaban cayeron en sus manos; pues clamaron a Dios durante la batalla, y él los escuchó, porque hab an confiado en él.
El d a doce del mes primero partimos del r o Ahavá para dirigirnos a Jerusalén. La mano de nuestro Dios estaba con nosotros y nos libró de enemigos y salteadores durante el camino.
El d a veinticuatro de aquel mismo mes se reunieron los israelitas para un ayuno, vestidos de saco y cubiertos de polvo.
'Ve y reúne a todos los jud os que se encuentran en Susa y ayunad por m. No comáis ni bebáis durante tres d as, ni de d a ni de noche. También yo y mis doncellas ayunaremos. Y as, aun en contra de la ley, me presentaré al rey. Si tengo que morir, moriré'.
Yahveh golpeará a los egipcios. Los golpeará, pero los curará; y ellos se convertirán a Yahveh, que se mostrará propicio con ellos y los sanará.
llámame y te responderé; te anunciaré cosas grandes e inaccesibles que tú no conoces.
Volv mi rostro al Se or para dirigirle oraciones y súplicas, en ayuno, saco y ceniza.
y ahora era viuda con ochenta y cuatro. No se apartaba del templo, sirviendo a Dios noche y d a con ayunos y oraciones.
D jole Cornelio: 'Hace cuatro d as a esta misma hora me encontraba haciendo la oración de nona en mi casa, cuando un hombre, con radiantes vestidos, se puso delante de m
Desde all buscarás a Yahveh, tu Dios, y lo hallarás si lo buscas con todo tu corazón y con toda tu alma.