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Eclesiastés 9:2 - Biblia Castilian 2003

vanidad. Todos corren la misma suerte: el justo y el imp o, el bueno y el malvado, el puro y el impuro, el que sacrifica y el que no sacrifica. Lo mismo es del bueno que del pecador, del que jura como del que teme jurar.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

Todo acontece de la misma manera a todos; un mismo suceso ocurre al justo y al impío; al bueno, al limpio y al no limpio; al que sacrifica, y al que no sacrifica; como al bueno, así al que peca; al que jura, como al que teme el juramento.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

A la larga, a todos les espera el mismo destino, sean justos o malvados, buenos o malos, religiosos o no religiosos, estén o no ceremonialmente puros. Las personas buenas reciben el mismo trato que los pecadores, y las personas que hacen promesas a Dios reciben el mismo trato que los que no las hacen.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Y no tiene sentido el que todos tengan la misma suerte: el justo y el malo, el hombre puro y el que no lo es, el que ofrece sacrificios y el que no los ofrece, el que se compromete con un voto y el que teme hacerlo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Todo acontece a todos de una misma forma. Lo mismo le ocurre al justo que al impío, al bueno, al puro y al impuro, al que ofrece sacrificios y al que no los ofrece; tanto al recto como al pecador, al que jura en vano° como al que respeta su juramento.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

vanidad. Todos corren la misma suerte: el justo y el impío, el bueno y el malvado, el puro y el impuro, el que sacrifica y el que no sacrifica. Lo mismo es del bueno que del pecador, del que jura como del que teme jurar.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Todo acontece de la misma manera a todos; un mismo suceso acontece al justo y al impío; al bueno, al limpio y al no limpio; al que sacrifica, y al que no sacrifica; como el bueno, así el que peca; el que jura, como el que teme el juramento.

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Lòt tradiksyon



Eclesiastés 9:2
22 Referans Kwoze  

que voy a obligarte, bajo juramento a Yahveh, Dios del cielo y de la tierra, que no tomarás mujer para mi hijo de entre las hijas de los cananeos, en medio de los cuales yo habito,


¡Todo es igual! Por eso digo: él hace perecer al justo y al culpable.


de envidia hacia los fatuos, al contemplar la paz de los imp os.


A quien es grato a sus ojos, Dios le da sabidur a, ciencia y alegr a; mas al pecador le impone la tarea de reunir y acumular, para dejarlo luego a quien Dios quiere. También eso es vanidad y esfuerzo inútil.


Porque una es la suerte del hombre y de la bestia: muere aquél como ésta muere, y uno solo es el hálito de ambos. No tiene, pues, ventaja el hombre sobre la bestia: todo es vanidad.


Porque, aunque aquél viviera dos veces mil a os, si no ha saboreado la felicidad, ¿no van los dos al mismo lugar?


Feliz tú, si conservas lo uno sin dejar lo otro de tu mano, pues quien teme a Dios consigue las dos cosas.


Más vale ir a casa de duelo que ir a casa de banquete; porque aquél es el fin de todo hombre, y el que vive lo tendrá presente.


He visto además bajo el sol que no son los veloces quienes ganan la carrera, ni los héroes el combate, que también hay sabios sin pan, inteligentes sin estima, porque en todo interviene la suerte y la desgracia.


Esto es lo peor de cuanto acontece bajo el sol: que una misma es la suerte para todos. Además, el corazón de los hombres está lleno de malicia y de estupidez durante la vida; y después, ¡con los muertos!


a hombres, mujeres y ni os, a las hijas del rey y a todas las personas que Nebuzardán, jefe de la escolta, hab a dejado con Godol as, hijo de Ajicán, hijo de Safán, al profeta Jerem as y a Baruc, hijo de Ner as,


Por eso llamamos dichosos a los soberbios: los que cometen la iniquidad prosperan, incluso los que tientan a Dios quedan impunes'.


Entonces volveréis a distinguir entre justos e imp os, entre quien sirve a Dios y quien no le sirve.


Me llegaré a vosotros para el juicio y seré un testigo irrefutable contra los hechiceros y adúlteros, contra los que juran en falso, contra los que defraudan el jornal del jornalero, avasallan a la viuda y al huérfano y oprimen al forastero mostrando as que no me temen - dice Yahveh Sebaot -.


Entró la gente en el bosque y vió cómo hab a miel destilada, pero nadie se atrevió a llevársela a la boca, por miedo a la imprecación.