Él dispone del alma de todo viviente y del esp ritu de toda carne humana.
Eclesiastés 9:1 - Biblia Castilian 2003 Me he dedicado a examinar todo esto y he visto que los justos, los sabios y sus obras están en la mano de Dios. El hombre no conoce el amor ni el odio: ambas cosas son para él Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Ciertamente he dado mi corazón a todas estas cosas, para declarar todo esto: que los justos y los sabios, y sus obras, están en la mano de Dios; que sea amor o que sea odio, no lo saben los hombres; todo está delante de ellos. Biblia Nueva Traducción Viviente También me dediqué a investigar lo siguiente: si bien Dios tiene en sus manos las acciones de los sabios y de los justos, nadie sabe si Dios les mostrará su favor. Biblia Católica (Latinoamericana) Reflexioné pues en todo eso y vi claramente que los justos, los sabios y sus obras están en las manos de Dios. ¿Lo quiere El o no? Los hombres no lo saben: les puede pasar cualquier cosa. La Biblia Textual 3a Edicion Por todo ello dediqué mi corazón para declarar que los justos y los sabios y sus obras, todas estas cosas, están en la mano de Dios, aun el amor y el odio, pero el hombre no lo sabe, aunque todo está delante de ellos. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Me he dedicado a examinar todo esto y he visto que los justos, los sabios y sus obras están en la mano de Dios. El hombre no conoce el amor ni el odio: ambas cosas son para él Biblia Reina Valera Gómez (2023) Ciertamente he dado mi corazón a todas estas cosas, para declarar todo esto; que los justos y los sabios, y sus obras, están en la mano de Dios; y que no saben los hombres ni el amor ni el odio; todo está delante de ellos. |
Él dispone del alma de todo viviente y del esp ritu de toda carne humana.
Todos vosotros lo habéis visto. ¿De qué os sirven esos vanos discursos?'.
Tú mismo puedes ver, Res observar el pesar y la aflicción y tomarlos en tus manos. A ti el pobre se abandona, al huérfano eres tú quien le socorre.
Mi vida está en mi mano expuesta de continuo, mas no me olvido de tu ley.
Y me dediqué a investigar la sabidur a y la ciencia, la locura y la necedad; pero también eso es cazar viento,
El necio multiplica las palabras. El hombre ignora lo que ha sucedido; y lo que ha de suceder después de él ¿quién se lo manifestará?
Estas cosas he visto en los d as de mi vanidad: justos que perecen en su justicia y perversos que prolongan sus d as en la maldad.
He vuelto a reflexionar en mi corazón y a inquirir acerca de la sabidur a y la razón, a considerar que la maldad es locura, y la necedad insensatez.
Sin embargo, se da una vanidad en la tierra: hay justos que reciben lo que merecen los malvados, y malvados que reciben lo que merecen los justos. Digo que también eso es vanidad.
Cuando me dediqué a conocer la sabidur a y a examinar las fatigas que se toma el hombre en la tierra - porque ni de d a ni de noche ven sus ojos el sue o -,
porque nadie conoce lo que ha de suceder. ¿Y quién podrá indicarle cómo sucederá?
Perecieron sus amores, sus odios, sus envidias; jamás tomarán parte en cuanto acaece bajo el sol.
a hombres, mujeres y ni os, a las hijas del rey y a todas las personas que Nebuzardán, jefe de la escolta, hab a dejado con Godol as, hijo de Ajicán, hijo de Safán, al profeta Jerem as y a Baruc, hijo de Ner as,
S; él es el amigo de los pueblos; y todos sus santos están en tu mano. Ellos están postrados a tus pies y se conducen según tus palabras.
Por esta misma causa soporto yo mi situación actual. Pero no me avergüenzo, porque sé perfectamente de quién me he fiado, y estoy seguro del poder que tiene para guardar hasta aquel d a el depósito que se me confió.
que por el poder de Dios habéis sido custodiados, mediante la fe, para la salvación, dispuesta ya a manifestarse en el momento final.
Él guarda los pasos de sus fieles, mientras que los imp os perecen en tinieblas, porque no por su fuerza triunfa el hombre.