Eclesiastés 7:1 - Biblia Castilian 2003 Más vale buena fama que un buen perfume y el d a de la muerte más que el del nacimiento. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Mejor es la buena fama que el buen ungüento; y mejor el día de la muerte que el día del nacimiento. Biblia Nueva Traducción Viviente Vale más una buena reputación que un perfume costoso. Y el día que morimos es mejor que el día que nacemos. Biblia Católica (Latinoamericana) Una buena reputación vale más que un buen perfume: el día de la muerte pasa pues antes que el del nacimiento. La Biblia Textual 3a Edicion Mejor es un buen nombre que un buen ungüento,° Y mejor el día de la muerte que el día del nacimiento. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Más vale buena fama que un buen perfume y el día de la muerte más que el del nacimiento. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Mejor es el buen nombre que el buen ungüento; y el día de la muerte que el día del nacimiento. |
Es como óleo fragante que cae sobre la cabeza, por la barba desciende - la barba de Aarón, que le baja hasta la franja del vestido -,
La mirada radiante alegra el corazón, una buena noticia conforta los huesos.
El perfume y el incienso alegran el corazón, la dulzura de la amistad alivia el alma.
Una mosca muerta echa a perder el ungüento del perfumista. Un poco de necedad pesa más que la sabidur a y la gloria.
Más vale el fin de una cosa que su comienzo; más vale la paciencia que el orgullo.
más suave el olor de tus perfumes, tu nombre como bálsamo fragante. Y de ti se enamoran las doncellas.
¡Qué exquisitos tus amores, hermana y novia m a! Tus amores son más sabrosos que el vino; el olor de tus perfumes, más que todos los bálsamos.
les daré en mi casa y en mis muros una marca y un nombre mejor que el de los hijos y las hijas. Un nombre les daré, que no se borrará.
Ahora, ¡oh Yahveh! qu tame la vida; porque me es mejor la muerte que la vida'.
Sin embargo, no os alegréis de eso: de que los esp ritus se os sometan; alegraos más bien de que vuestros nombres están ya inscritos en el cielo'.
Durante la cena, cuando ya el diablo hab a metido en el corazón de Judas Iscariote, el de Simón, la idea de entregarlo,
Pues sabemos que si nuestra morada terrestre, nuestra tienda, se derrumba, tenemos un edificio hecho por Dios, una casa no fabricada por mano de hombre, eterna, situada en el cielo.
Pero tenemos ánimo e incluso preferimos exiliarnos del cuerpo y vivir junto al Se or.
Pues bien, todos éstos, aunque quedaron acreditados por la fe, no alcanzaron el cumplimiento de la promesa,
Y o una voz del cielo que dec a: 'Escribe: 'Dichosos ya desde ahora los que mueren en el Se or'. S, dice el Esp ritu, que descansen de sus fatigas, pues sus obras los acompa an'.
Ella se acostó a los pies de él hasta la ma ana, y se levantó antes de que un hombre pueda reconocer a otro. Y él se dec a: 'Que nadie sepa que esta mujer entró en la era'.