Yo también hablar a como vosotros si estuviérais en mi lugar: os abrumar a con palabras moviendo ante vosotros la cabeza;
Eclesiastés 4:1 - Biblia Castilian 2003 He visto además todos los abusos que se cometen bajo el sol: el llanto de los oprimidos sin que nadie los consuele, la violencia de los opresores sin que nadie reclame venganza. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Me volví y vi todas las violencias que se hacen debajo del sol; y he aquí las lágrimas de los oprimidos, sin tener quien los consuele; y la fuerza estaba en la mano de sus opresores, y para ellos no había consolador. Biblia Nueva Traducción Viviente Además, observé toda la opresión que sucede bajo el sol. Vi las lágrimas de los oprimidos, y no había nadie para consolarlos. Los opresores tienen mucho poder y sus víctimas son indefensas. Biblia Católica (Latinoamericana) Pensé además en todos los abusos que se cometen bajo el sol. Vi las lágrimas de los oprimidos, y no hay nadie que los consuele; sufren la violencia de sus opresores, y no hay nadie que venga en su ayuda. La Biblia Textual 3a Edicion Me volví y vi todas las opresiones que se cometen debajo del sol, y he aquí las lágrimas de los oprimidos sin nadie que los consolara, y del lado de sus opresores la fuerza bruta, sin nadie que los consolara. Biblia Serafín de Ausejo 1975 He visto además todos los abusos que se cometen bajo el sol: el llanto de los oprimidos sin que nadie los consuele, la violencia de los opresores sin que nadie reclame venganza. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y me volví, y consideré todas las opresiones que se hacen debajo del sol; y he aquí, las lágrimas de los oprimidos, sin tener quien los consuele; y el poder estaba en la mano de sus opresores, y para ellos no había consolador. |
Yo también hablar a como vosotros si estuviérais en mi lugar: os abrumar a con palabras moviendo ante vosotros la cabeza;
Y los que gimen bajo dura opresión, los que claman bajo el abuso de los grandes,
Si un pa s cae en poder de un malvado, es él quien pone una venda ante los ojos de sus jueces. Y, si no es él, ¿quién va a ser?
los que dicen: 'Nuestra lengua es nuestro fuerte, los labios nos asisten, ¿quién será nuestro due o?'.
Aun si el ánimo me falta, tú conoces mi senda. En el camino por donde voy me tienden ocultas trampas.
Miro a mi diestra para ver, y no hay un solo conocido; se ha perdido para m todo refugio, no hay nadie que se interese por mi vida.
Mi alma tiene sed del Se or, del Dios vivo. ¿Cuándo podré llegar y ver la faz de Dios?
De d a el Se or manda sus favores; por la noche su canto está conmigo: mi corazón hacia el Dios de mi vida.
Tú conoces mi oprobio, mi vejación y mis afrentas, todos mis perseguidores están ante tu vista.
La vergüenza me parte el corazón, y es incurable; espero condolencia, y no la hay; algún consolador, y no lo encuentro.
Se or, Dios de los ejércitos, ¿hasta cuándo tu enojo contra los ruegos de tu pueblo?
y les dijo: 'Cuando asistáis a las mujeres hebreas que dan a luz, fijaos bien: si es ni o matadlo; si es ni a, que viva'.
Entonces el Faraón dio esta orden a todo el pueblo: 'Arrojaréis al Nilo a todo ni o que nazca entre los hebreos, pero dejaréis con vida a las ni as'.
Hasta los hermanos odian al pobre. ¡Cuánto más le esquivarán sus amigos! Si se busca explicación, no la hay.
Hombre empobrecido que oprime a los pobres es lluvia devastadora que no da pan.
Cuando abundan los justos, el pueblo se alegra; cuando domina un malvado, el pueblo gime.
He visto también bajo el sol que en la sede del derecho reina la iniquidad, y en la sede de la justicia, la prevaricación.
El fruto de la tierra es para todos: hasta el rey está al servicio del campo.
Todo esto lo he visto al examinar cuanto se hace bajo el sol, en un tiempo en que el hombre domina sobre el hombre para su mal.
La vi a de Yahveh Sebaot es la casa de Israel; y los hombres de Judá el plantel de sus delicias. Esperaba justicia y mirad: ¡iniquidad! Esperaba honradez y mirad: ¡lamentos!
pues la pongo en la mano de tus hostigadores, de aquellos que te dec an: 'Dóblate, para que pasemos por encima'. Y hac as de tu espalda como suelo, como calle para los transeúntes'.
Sus pies corren hacia el mal, se apresuran a verter sangre inocente. Sus planes son planes malvados, devastación y ruina hay en sus calzadas.
No se partirá el pan con el que está de luto, para consolarlo por un muerto, ni se le dará a beber la copa de la consolación por su padre o por su madre'.
Por eso estoy llorando Ain y mis ojos se deshacen en lágrimas, porque se alejó de m el consolador, el que puede devolverme la vida. Mis hijos están desolados, porque prevalece el enemigo.
Sión tiende sus manos: Pe no tiene quien la consuele. Yahveh mandó contra Jacob a los opresores del contorno. Jerusalén se ha convertido en inmundicia para ellos.
Pasa las noches llorando, Bet las lágrimas surcan sus mejillas. No hay quien la consuele entre todos los que la amaban. Todos sus amigos la han traicionado, se le han vuelto enemigos.
Su impureza impregna sus vestidos. Tet No se acordó de su fin; ha ca do de forma inesperada, sin tener quien la consuele. Mira, Yahveh, mi aflicción, y cómo se crece mi enemigo.
No saben administrar justicia - oráculo de Yahveh - ellos, que amontonan violencias y atropellos en sus palacios.
Proclamad en los palacios de Asdod y en los palacios del pa s de Egipto y decid: 'Congregaos en el monte de Samar a y mirad sus enormes desórdenes y cuántas opresiones en su interior'.
Todav a hacéis otra cosa: cubr s de lágrimas el altar de Yahveh, de lloros y gemidos, porque él ya no se interesa por la oblación ni la acepta de vuestras manos con agrado.
Entonces volveréis a distinguir entre justos e imp os, entre quien sirve a Dios y quien no le sirve.
Me llegaré a vosotros para el juicio y seré un testigo irrefutable contra los hechiceros y adúlteros, contra los que juran en falso, contra los que defraudan el jornal del jornalero, avasallan a la viuda y al huérfano y oprimen al forastero mostrando as que no me temen - dice Yahveh Sebaot -.
Pero todo esto ha sucedido para que se cumplan las Escrituras de los profetas'. Y, en aquel momento, todos los disc pulos lo abandonaron y huyeron.
Un pueblo que no conoces comerá el fruto de tu suelo y todos tus productos. Serás siempre oprimido y maltratado.
habrás de servir en hambre y en sed, en desnudez y en privación, al enemigo que Yahveh mandará contra ti y pondrá sobre tu cuello un yugo de hierro, hasta que te extermine.
Mirad: el jornal que habéis escamoteado a los obreros que segaron vuestros campos está clamando y los clamores de los segadores han llegado a los o dos del Se or de los ejércitos.
Los israelitas clamaron a Yahveh, pues Yab n ten a novecientos carros de hierro y hab a ejercido una dura opresión sobre los israelitas durante veinte a os.