Bajemos, pues, y confundamos all su lenguaje para que no se entiendan entre s '.
Eclesiastés 2:1 - Biblia Castilian 2003 Entonces me dije: '¡Voy a probar la alegr a, a gustar el placer!'. Pero también eso es vanidad. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Dije yo en mi corazón: Ven ahora, te probaré con alegría, y gozarás de bienes. Mas he aquí esto también era vanidad. Biblia Nueva Traducción Viviente Me dije: «Vamos, probemos los placeres. ¡Busquemos “las cosas buenas” de la vida!»; pero descubrí que eso también carecía de sentido. Biblia Católica (Latinoamericana) Me dije: '¡Vamos, encontremos la alegría, y que yo pruebe la felicidad!' Pero eso también no es más que un viento. La Biblia Textual 3a Edicion Dije en mi corazón: ¡Ven pues, te probaré con el placer! ¡Prueba la felicidad! Pero he aquí también esto era vanidad. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Entonces me dije: '¡Voy a probar la alegría, a gustar el placer!'. Pero también eso es vanidad. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Dije yo en mi corazón: Ven ahora, te probaré con alegría, y gozarás del placer. Mas he aquí esto también era vanidad. |
Bajemos, pues, y confundamos all su lenguaje para que no se entiendan entre s '.
El rey de Aram le contestó: 'Vete, pues, y yo enviaré una carta al rey de Israel'. Se puso en camino, llevando consigo diez talentos de plata, seis mil siclos de oro y diez vestidos.
Del director. De David. Dice el necio en su interior: 'Dios no existe'. Corruptos, abominables en sus obras, no hay quien haga el bien.
De ti me dicta el corazón: 'Requerid mi presencia': tu presencia es, Se or, lo que yo busco.
Alégrate, joven, en tu adolescencia y vive feliz en los d as de tu juventud. Sigue los impulsos de tu corazón y da placer a tus ojos. Pero sábete que por todo ello Dios te llamará a juicio.
Nada rehusé a los deseos de mis ojos. No privé de goce alguno a mi corazón; porque mi corazón disfrutaba en todos mis esfuerzos, y ésa era la paga de todas mis fatigas.
Y me dije: 'Si me aguarda la misma suerte del necio, ¿de qué sirve ser sabio?'. Y he concluido que también eso es vanidad.
El corazón de los sabios está en la casa de duelo; el corazón de los necios, en la casa de fiesta.
Y alabo la alegr a, porque no hay otra dicha para el hombre bajo el sol que comer, beber y gozar: es lo que le queda de su esfuerzo durante los d as de vida que Dios le concede bajo el sol.
Pues ahora quiero deciros lo que voy a hacer a mi vi a: quitaré su seto para que sirva de pasto; desportillaré su tapia para que todos la pisen.
Mirad: todos vosotros, que prendéis fuego, que encendéis antorchas, caminad a la luz de vuestro fuego y de las antorchas que encendéis. Por mi mano os ocurre esto: yaceréis en lugar de tormentos.
Y diré a mi alma: alma m a, ya tienes muchos bienes almacenados para muchos a os; ahora descansa, come, bebe y pásalo bien'.
Hab a un hombre rico que se vest a de púrpura y lino fin simo, y todos los d as celebraba espléndidos banquetes.
Y en el abismo, estando en medio de tormentos, levantó los ojos y vio desde lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno.
Porque hubo un tiempo en que también nosotros éramos insensatos, desobedec amos, nos extraviábamos, serv amos a deseos y placeres diversos, pasábamos nuestra vida entre malicia y envidia, odiados y odiándonos mutuamente.
Y ahora vosotros, los que dec s: 'Hoy o ma ana iremos a tal ciudad y pasaremos all el a o. Haremos negocios y obtendremos ganancias'.
Y ahora vosotros, los ricos, llorad a gritos por las calamidades que os van a sobrevenir.
Habéis disfrutado en la tierra, os habéis entregado al placer, habéis cebado vuestros corazones para el d a de la matanza.