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Eclesiastés 12:3 - Biblia Castilian 2003

cuando tiemblan los guardianes de la casa, cuando los robustos se encorvan, cuando las mujeres dejen la molienda porque la luz se debilita y se entenebrece en las ventanas,

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

cuando temblarán los guardas de la casa, y se encorvarán los hombres fuertes, y cesarán las muelas porque han disminuido, y se oscurecerán los que miran por las ventanas;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Acuérdate de él antes de que tus piernas —guardianas de tu casa— empiecen a temblar, y tus hombros —los guerreros fuertes— se encorven. Acuérdate de él antes de que tus dientes —esos pocos sirvientes que te quedan— dejen de moler, y tus pupilas —las que miran por las ventanas— ya no vean con claridad.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Cuando tiemblen los guardias de la casa, y se encorven los porteros, cuando lo que queda de muelas deje de moler, y se queden ciegos los que miran detrás de las ventanas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

El día en que tiemblen los guardianes de la casa,° Y se encorven los hombres fuertes,° Y cesen las que muelen,° porque han disminuido, Y se enturbien las que miran por las celosías.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

cuando tiemblan los guardianes de la casa, cuando los robustos se encorvan, cuando las mujeres dejen la molienda porque la luz se debilita y se entenebrece en las ventanas,

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

cuando temblarán los guardas de la casa, y se encorvarán los hombres fuertes, y cesarán las muelas, porque han disminuido, y se oscurecerán los que miran por las ventanas;

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Lòt tradiksyon



Eclesiastés 12:3
9 Referans Kwoze  

Con la vejez, se le nublaron a Isaac los ojos hasta quedarse sin vista. Llamó a Esaú, su hijo mayor, y le dijo: 'Hijo m o'. Él contestó: 'Aqu estoy'.


Los ojos de Israel se hab an debilitado por la vejez y no pod a ver. José se los acercó, y él los besó y abrazó.


al congregarse en uno los pueblos y los reinos para el servicio del Se or.


Cual por deudos y hermanos, andaba yo impaciente, como en duelo por la madre, triste y mustio.


Mis heridas están hediondas y ulcerosas, por culpa de mis yerros.


As dice Yahveh Sebaot: ancianos y ancianas se sentarán de nuevo en las plazas de Jerusalén, cada cual con su bastón en la mano por causa de sus muchos a os.


Cierto d a El estaba ya acostado en su aposento. Sus ojos hab an comenzado a debilitarse y no pod a ver.