Él le dijo: 'No extiendas tu brazo sobre el ni o, ni le hagas nada, porque ahora sé que eres temeroso de Dios, ya que no me has negado tu hijo, tu único hijo'.
Eclesiastés 12:13 - Biblia Castilian 2003 Fin del discurso. Una vez o do todo, teme a Dios y guarda sus mandamientos: eso es lo que al hombre corresponde. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Biblia Nueva Traducción Viviente Aquí culmina el relato. Mi conclusión final es la siguiente: teme a Dios y obedece sus mandatos, porque ese es el deber que tenemos todos. Biblia Católica (Latinoamericana) Conclusión del discurso: todo ha sido dicho. Teme a Dios y observa sus mandamientos: allí está todo para el hombre. La Biblia Textual 3a Edicion La conclusión de todo discurso oído, es: Teme a Ha-’Elohim, y guarda sus mandamientos, porque esto es el todo del hombre. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Fin del discurso. Una vez oído todo, teme a Dios y guarda sus mandamientos: eso es lo que al hombre corresponde. Biblia Reina Valera Gómez (2023) El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. |
Él le dijo: 'No extiendas tu brazo sobre el ni o, ni le hagas nada, porque ahora sé que eres temeroso de Dios, ya que no me has negado tu hijo, tu único hijo'.
Guarda los preceptos de Yahveh, tu Dios, camina por sus sendas, observa sus mandamientos, sus leyes, sus órdenes y sus instrucciones, según está escrito en la ley de Moisés, para que tengas éxito en todo lo que hagas y en todo lo que emprendas.
Y luego dijo al hombre: Temer al Se or es sabidur a; huir del mal, inteligencia'.
El temor del Se or es el principio Res de la sabidur a; bien avisados son los que lo siguen: Sin su alabanza subsiste eternamente. Tau
el Se or tiene contento en quien le teme, en los que esperan en sus gracias.
El principio de la ciencia es el temor de Yahveh. Los necios desprecian sabidur a y disciplina.
El temor de Yahveh conduce a la vida: se vive en hartura, sin pasar desdichas.
Procuré regalar mi cuerpo con el vino, aunque sin apartar mi corazón de la sabidur a, y entregarme a la disipación para saber en qué consiste la dicha de los mortales, lo que hacen bajo el cielo durante los d as contados de su vida.
He comprendido que todo lo que hace Dios es para siempre: nada cabe a adir ni nada quitar. As Dios consigue que se le tema.
Si ves que en una provincia se oprime al pobre y se conculca el derecho y la justicia, no te turbes: por encima del grande vigila otro grande, y por encima de ellos otros mayores.
¿Quién sabe lo que es bueno para el hombre durante la vida, durante los d as de su vana vida, por la que pasa como una sombra? ¿Quién indicará al hombre lo que después de él sucederá bajo el sol?
Feliz tú, si conservas lo uno sin dejar lo otro de tu mano, pues quien teme a Dios consigue las dos cosas.
El pecador obra mal cien veces, y su vida se prolonga. Pero yo sé que la dicha es para los que temen a Dios, precisamente porque le temen;
Quien cumple lo mandado no experimenta contratiempos; el corazón del sabio sabe el cuándo y el cómo.
'Se te ha revelado, hombre, lo que es bueno, lo que Yahveh reclama en ti: tan sólo practicar la justicia, amar la lealtad y ser humilde ante tu Dios.'
y su misericordia se extiende de generación en generación para aquellos que le temen.
Y ahora, Israel, ¿qué es lo que te pide Yahveh, tu Dios, sino que temas a Yahveh, tu Dios, sigas todos sus caminos, ames y sirvas a Yahveh, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma,
Temerás a Yahveh, tu Dios, le servirás, te allegarás a él y jurarás por su nombre.
El d a en que estuviste ante Yahveh, tu Dios, en el Horeb, me dijo Yahveh: 'Congrégame al pueblo para que oiga mis palabras, a fin de que aprendan por ellas a tenerme temor todos los d as de su vida sobre la tierra y se las ense en a sus hijos'.
Nada a adiréis a lo que yo os mando, ni de ello quitaréis nada, sino que guardaréis los mandamientos de Yahveh, vuestro Dios, que yo os ordeno.
a fin de que temas a Yahveh, tu Dios, tú, tu hijo y el hijo de tu hijo, guardando todos los d as de tu vida todos sus preceptos y mandamientos que yo te prescribo, y as prolongues tus d as.
Y salió del trono una voz que dec a: 'Alabad a nuestro Dios todos sus siervos, los que le teméis, peque os y grandes'.
As, pues, temed a Yahveh y servidle fielmente de corazón, pues habéis visto el grandioso prodigio que en medio de vosotros ha realizado.