As que, si mi padre os impuso un yugo pesado, yo agravaré aún más vuestro yugo. Mi padre os azotó con látigos, pero yo os azotaré con escorpiones ''.
Eclesiastés 10:16 - Biblia Castilian 2003 ¡Ay de ti, pa s, que por rey tienes un ni o y cuyos pr ncipes banquetean ya de ma ana! Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 ¡Ay de ti, tierra, cuando tu rey es muchacho, y tus príncipes banquetean de mañana! Biblia Nueva Traducción Viviente ¡Qué tristeza sufrirá el pueblo gobernado por un sirviente, cuyos líderes hacen fiesta desde la mañana! Biblia Católica (Latinoamericana) ¡Pobre de ti, país, cuyo rey es un muchacho y cuyos jefes están de parranda desde la mañana! La Biblia Textual 3a Edicion ¡Ay de ti, oh tierra, cuando tu rey es un muchacho, Y tus príncipes banquetean° de mañana! Biblia Serafín de Ausejo 1975 ¡Ay de ti, país, que por rey tienes un niño y cuyos príncipes banquetean ya de mañana! Biblia Reina Valera Gómez (2023) ¡Ay de ti, tierra, cuando tu rey es muchacho, y tus príncipes banquetean de mañana! |
As que, si mi padre os impuso un yugo pesado, yo agravaré aún más vuestro yugo. Mi padre os azotó con látigos, pero yo os azotaré con escorpiones ''.
Y se le unieron hombres vanos y perversos, que se hicieron fuertes contra Roboán, hijo de Salomón, porque Roboán era joven y de poco carácter, que no tuvo valor para hacerles frente.
Veintiún a os ten a Sedec as cuando comenzó a reinar, y reinó once a os en Jerusalén.
Veintitrés a os ten a Joacaz cuando comenzó a reinar, y reinó tres meses en Jerusalén.
Veinticinco a os ten a Joaqu n cuando comenzó a reinar, y reinó once a os en Jerusalén. Hizo lo que es malo a los ojos de Yahveh, su Dios.
Dieciocho a os ten a Jecon as cuando comenzó a reinar y reinó tres meses y diez d as en Jerusalén. Hizo lo que es malo a los ojos de Yahveh.
Un pr ncipe sin tino aumenta la opresión; quien odia el lucro prolongará sus d as.
A mi pueblo lo esquilma un chiquillo, mujeres lo dominan. Pueblo m o, tus gu as te enga an, la ruta de tus sendas embrollan.
Casa de David, as dice Yahveh: Juzgad cada ma ana las causas y librad al oprimido de la mano del opresor, no sea que se desfogue como fuego mi furor y queme, sin que haya quien lo apague, por la maldad de vuestras obras.