Mientras Esdras oraba, llorando y postrado ante el templo de Dios, se congregó en torno a él un concurso muy numeroso de israelitas: hombres, mujeres y ni os. El pueblo lloraba muy copiosamente.
Daniel 9:20 - Biblia Castilian 2003 Estaba yo aún hablando, orando, confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y presentando mi súplica a Yahveh, mi Dios, por su santa monta a; Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Aún estaba hablando y orando, y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y derramaba mi ruego delante de Jehová mi Dios por el monte santo de mi Dios; Biblia Nueva Traducción Viviente Yo seguí orando y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo, rogándole al Señor mi Dios por Jerusalén, su monte santo. Biblia Católica (Latinoamericana) A la hora de la ofrenda de la tarde estaba todavía hablando y orando, confesando mi pecado y el de mi pueblo Israel, suplicando a Yavé mi Dios por su santa montaña. La Biblia Textual 3a Edicion Aún estaba hablando y orando, y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y derramaba mi ruego delante de YHVH mi Dios por el monte santo de mi Dios, Biblia Serafín de Ausejo 1975 Estaba yo aún hablando, orando, confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y presentando mi súplica a Yahveh, mi Dios, por su santa montaña; Biblia Reina Valera Gómez (2023) Aún estaba yo hablando, y orando, y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y presentaba mi súplica delante de Jehová mi Dios por la montaña santa de mi Dios; |
Mientras Esdras oraba, llorando y postrado ante el templo de Dios, se congregó en torno a él un concurso muy numeroso de israelitas: hombres, mujeres y ni os. El pueblo lloraba muy copiosamente.
Estén atentos tus o dos y abiertos tus ojos para escuchar la oración de tu siervo, la que al presente te dirijo d a y noche ante tu presencia por los israelitas, tus siervos, confesando los pecados que los israelitas hemos cometido contra ti, pues también yo y la casa de mi padre hemos pecado.
Te confesé mis faltas y no encubr mis culpas, pensando: 'Confesaré mis yerros al Se or', y tú me perdonaste el mal de mi pecado. Selah
Por cierto, no existe en la tierra hombre tan justo que haga el bien y nunca peque.
los llevaré a mi santa monta a y los alegraré en mi casa de oración. Sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptados sobre mi altar; porque mi casa es casa de oración, y as la llamarán todos los pueblos.
Entonces llamarás y Yahveh responderá; pedirás socorro, y él dirá: '¡Aqu estoy!'. Si retiras de en medio de ti el yugo, el se alar con el dedo y el hablar descarado;
Yo dije: '¡Ay de m ! ¡Estoy perdido, pues soy hombre de labios impuros que vivo en un pueblo de labios impuros, y mis ojos han visto al rey, a Yahveh Sebaot!'.
Él prosiguió: 'No temas, Daniel, porque desde el primer d a en que intentaste comprender y te humillaste ante tu Dios, fueron o das tus palabras, y por causa de ellas he venido yo a ti.
Instalará las tiendas de su campamento real entre el mar y el monte de la santa Magnificencia. Pero se acerca su fin y no habrá nadie que le ayude.'
En nombre de tu justicia, aparta, Se or, tu ira y tu furor de Jerusalén, tu ciudad, tu santa monta a; pues, por nuestros pecados y por las iniquidades de nuestros padres, Jerusalén y tu pueblo son el oprobio de todos los que nos rodean.
As dice Yahveh Sebaot: quiero volver a Sión y habitar en Jerusalén. Jerusalén se llamará Ciudad Fiel, y el monte de Yahveh Sebaot Monte Santo.
Mientras as oraban, retembló el lugar donde estaban reunidos y, llenos todos del Esp ritu Santo, proclamaban con valent a la palabra de Dios.
pues todos fallamos muchas veces. Si alguno no falla en el hablar, ése es varón perfecto, capaz de refrenar todo el cuerpo.
Me llevó en esp ritu a un monte grande y elevado y me mostró la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, de parte de Dios.
Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo de parte de Dios, preparada como esposa ataviada para su esposo.