Pero Miqueas prosiguió: 'Escucha ahora el oráculo de Yahveh: he visto a Yahveh sentado en su trono. Todo el ejército del cielo estaba de pie junto a él, a su derecha y a su izquierda.
Daniel 7:10 - Biblia Castilian 2003 Un r o de fuego corr a, flu a delante de él. Miles de millares le serv an, mir adas de mir adas le obedec an. Se sentó el tribunal y se abrieron los libros. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él; el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos. Biblia Nueva Traducción Viviente y un río de fuego brotaba de su presencia. Millones de ángeles le atendían; muchos millones se pusieron de pie para servirle. Entonces comenzó la sesión del tribunal y se abrieron los libros. Biblia Católica (Latinoamericana) Un río de fuego brotaba y corría de delante de él; miles y millares le servían, millones y millones permanecían de pie en su presencia. Se constituyó el tribunal y abrieron los libros. La Biblia Textual 3a Edicion Un río de fuego corría y salía de delante de Él. Millares de millares lo servían, y millones de millones estaban de pie ante su presencia. Entonces el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Un río de fuego corría, fluía delante de él. Miles de millares le servían, miríadas de miríadas le obedecían. Se sentó el tribunal y se abrieron los libros. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Un río de fuego procedía y salía de delante de Él: millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de Él. El Juez se sentó, y los libros fueron abiertos. |
Pero Miqueas prosiguió: 'Escucha ahora el oráculo de Yahveh: he visto a Yahveh sentado en su trono. Todo el ejército del cielo estaba de pie junto a él, a su derecha y a su izquierda.
Pero Miqueas prosiguió: 'Escuchad ahora el oráculo de Yahveh: he visto a Yahveh sentado en su trono. Todo el ejército del cielo estaba a su derecha y a su izquierda.
Bendecid al Se or, vosotros sus ejércitos, servidores suyos que cumpl s su voluntad.
La tierra treme toda y se perturba, las bases de los montes se estremecen y palpitan, a causa de su ira.
nuestro Dios viene y no calla. Le precede un fuego devorante, y en su entorno, la tempestad en furia.
¿por qué miráis con ojos rudos, monta as de altos picos, al monte que el Se or eligió por su morada? ¡El Se or se estará en ella eternamente!
Mirad el nombre de Yahveh que viene de lejos, ardiente es su cólera y pesada su humareda; sus labios están llenos de enojo, su lengua es como fuego devorador;
Que desde hace tiempo está preparada la pira, también para el rey; la pira es ancha y profunda, con fuego y le a abundante; el soplo de Yahveh, cual torrente de azufre, la encenderá.
'En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran pr ncipe, el defensor de los hijos de tu pueblo; será un tiempo de angustia, cual no lo ha habido desde que existen las naciones hasta entonces. En aquel tiempo se salvará tu pueblo, todos los que estén inscritos en el libro.
hasta que vino el anciano, se hizo justicia a los santos del Alt simo y llegó el momento en que los santos tomaron posesión del reino.
Pero se celebrará el juicio y se le será quitado el dominio, para que sea del todo aniquilado y destruido.
Huiréis por el valle de mis montes, porque el valle de los montes llegará hasta Yasol. Huiréis, como huisteis del terremoto en tiempo de Oz as, rey de Judá. Entonces vendrá Yahveh, mi Dios, y todos los consagrados con él.
Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, y todos los ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria.
Dijo as: 'Yahveh partió del Sina, desde Se r amaneció para ellos; resplandeció desde el monte Parán, llegó a Meribá en Cades con rayos de luz fulgurante en su diestra.
¿Y qué son todos los ángeles, sino esp ritus al servicio de Dios, enviados para servir a los que van a heredar la salvación?
Pero vosotros os habéis acercado al monte Sión, a la ciudad del Dios vivo, a la Jerusalén de arriba, a millares de ángeles, a una reunión plena,
También sobre ellos profetizó Henoc, el séptimo después de Adán, diciendo: 'Mirad, ha venido el Se or con sus santas mir adas
Las naciones se hab an airado, mas llegó tu ira y el tiempo de juzgar a los muertos, de dar la recompensa a tus siervos, los profetas, a los santos y a los que temen tu nombre, a los peque os y a los grandes, y de destruir a los que destru an la tierra'.
Miré y o la voz de muchos ángeles alrededor del trono y de los seres vivientes y de los ancianos. Su número era mir adas de mir adas y millares de millares,