Daniel 10:3 - Biblia Castilian 2003 No com manjares delicados; ni carne ni vino entraron en mi boca; y no me ung hasta que se cumplieron las tres semanas. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 No comí manjar delicado, ni entró en mi boca carne ni vino, ni me ungí con ungüento, hasta que se cumplieron las tres semanas. Biblia Nueva Traducción Viviente En todo ese tiempo no comí nada pesado. No probé carne ni vino, ni me puse lociones perfumadas hasta que pasaron esas tres semanas. Biblia Católica (Latinoamericana) Durante esas tres semanas no probé comidas exquisitas, me privé de carne y de vino y renuncié a cualquier perfume. La Biblia Textual 3a Edicion No comí manjar delicado, ni carne ni vino entraron en mi boca, ni me ungí con ungüento, hasta que fueron cumplidas tres semanas enteras. Biblia Serafín de Ausejo 1975 No comí manjares delicados; ni carne ni vino entraron en mi boca; y no me ungí hasta que se cumplieron las tres semanas. Biblia Reina Valera Gómez (2023) No comí pan delicado, ni entró carne ni vino en mi boca, ni me unté con ungüento, hasta que se cumplieron tres semanas. |
Él prosiguió: 'No temas, Daniel, porque desde el primer d a en que intentaste comprender y te humillaste ante tu Dios, fueron o das tus palabras, y por causa de ellas he venido yo a ti.
Incluso sus dioses, sus estatuas fundidas, y sus vasos preciosos de plata y de oro, se los llevará como bot n a Egipto. Durante algunos a os cesará de oponerse al rey del norte.
Trajeron después una piedra y la pusieron a la entrada del foso. El rey la selló con su anillo y con el anillo de sus magnates para que no se cambiara lo establecido con respecto a Daniel.
Porque habéis aplastado al indigente y tomáis de él tributo de grano, habéis construido casas de sillares pero no las habitaréis, habéis plantado vi as deliciosas pero no beberéis el vino.
N nive es como un estanque; sus aguas se escapan. ¡Deteneos! ¡Deteneos! Pero nadie se vuelve.
No me ungiste la cabeza con aceite; ella, en cambio, ha ungido mis pies con perfume.
al contrario, doy pu etazos a mi cuerpo y lo arrastro como a vencido, no sea que después de predicar a los demás quede yo descalificado.