Panal de miel son las palabras amables; delicia para el alma, solaz para el cuerpo.
Cantares 7:9 - Biblia Castilian 2003 Yo me dije: 'Subiré a la palmera, cogeré sus racimos'. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Y tu paladar como el buen vino, Que se entra a mi amado suavemente, Y hace hablar los labios de los viejos. Biblia Nueva Traducción Viviente Que tus besos sean tan apasionantes como el mejor de los vinos... Sí, vino que le desciende suavemente a mi amante, que fluye delicadamente sobre los labios y los dientes. Biblia Católica (Latinoamericana) Me dije: subiré a la palmera,
míos son esos racimos de dátiles.
¡Sean tus pechos como racimos de uvas
y tu aliento como perfume de manzanas! La Biblia Textual 3a Edicion Y el cielo de tu boca como el vino generoso, Que de mi amado fluye suavemente, Y hace mover apaciblemente los labios de los que duermen. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Yo me dije: 'Subiré a la palmera, cogeré sus racimos'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) y tu paladar como el buen vino, que se entra a mi amado suavemente, y hace hablar los labios de los que duermen. |
Panal de miel son las palabras amables; delicia para el alma, solaz para el cuerpo.
No mires el vino: ¡Cómo colorea! ¡Cómo chispea en la copa! ¡Con qué suavidad se desliza!
Paloma m a que anidas en las grietas de la roca, en los huecos escarpados, déjame ver tu figura, hazme sentir tu voz; que tu voz es suave, tu figura, graciosa.
Su boca es la dulzura y todo él deseable. Tal es mi amado, as es mi compa ero, muchachas de Jerusalén.
Yo dorm a, pero mi corazón velaba. ¡Una voz! Mi amado llama: '¡Ábreme, hermana, amada m a, mi paloma sin mancha; mi cabeza rezuma de roc o; mis bucles, de las gotas de la noche'.
Y esto, tanto más cuanto que bien sabéis en qué tiempo vivimos: que ya es hora de que os despertéis del sue o, pues la salvación está ahora más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe.
Que no salga de vuestra boca ni una sola palabra torpe, sino sólo la que sea buena para la edificación,según la necesidad, y sea beneficiosa para quienes la oyen.
Que vuestra palabra sea siempre amable, sazonada con sal, sabiendo cómo tenéis que dirigiros a cada uno en particular.
Por medio de el, ofrezcamos continuamente a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de unos labios que celebran su nombre.
Y o una voz del cielo que dec a: 'Escribe: 'Dichosos ya desde ahora los que mueren en el Se or'. S, dice el Esp ritu, que descansen de sus fatigas, pues sus obras los acompa an'.