Una cosa yo pido del Se or, una cosa suplico: habitar en la casa del Se or, todos los d as de mi vida, para contemplar la belleza del Se or al visitar su templo.
Cantares 5:13 - Biblia Castilian 2003 Sus mejillas, arriate de bálsamo, almáciga de hierbas aromáticas. Sus labios, amapolas que destilan mirra. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Sus mejillas, como una era de especias aromáticas, como fragantes flores; Sus labios, como lirios que destilan mirra fragante. Biblia Nueva Traducción Viviente Sus mejillas son como jardines de especias que esparcen aromas. Sus labios son como lirios, perfumados con mirra. Biblia Católica (Latinoamericana) sus mejillas,
plantaciones de balsameras,
cultivo de plantas olorosas.
Sus labios son lirios
que destilan mirra pura. La Biblia Textual 3a Edicion Sus mejillas, como un jardín de especias, Que exhalan su fragancia, Sus labios son como lirios, Que destilan abundante mirra. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Sus mejillas, arriate de bálsamo, almáciga de hierbas aromáticas. Sus labios, amapolas que destilan mirra. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Sus mejillas, como una era de especias aromáticas, como fragantes flores; sus labios, como lirios que destilan mirra fragante. |
Una cosa yo pido del Se or, una cosa suplico: habitar en la casa del Se or, todos los d as de mi vida, para contemplar la belleza del Se or al visitar su templo.
Me brota del corazón un bello canto, voy a recitar poemas para el rey, mi lengua es la ágil pluma de un escriba.
Aventajas en belleza a los hijos de los hombres, en tus labios hay la gracia derramada, y as Dios te bendice eternamente.
Rectitud y justicia son las bases de tu trono, amor y lealtad preceden tu presencia.
¡Qué hermoso eres, amado m o, qué dulce delicia! Nuestro lecho es de fronda.
¿Qué es aquello que sube del desierto, cual columna de humo, perfumado de mirra y de incienso, del aroma mejor del mercader?
Miel destilan tus labios, oh novia m a, miel y leche debajo de tu lengua, y el olor de tus vestidos como aroma del L bano.
Me levanté para abrir a mi amado: la mirra destilaba de mis manos, de mis dedos pasaba a las clavijas de la puerta.
Mi amado descendió a su jard n, al arriate del bálsamo, a apacentar en los vergeles, a recoger los lirios.
El Se or Yahveh me ha dado lengua de disc pulos, para que sepa sostener al cansado con una palabra. Él me despierta ma ana tras ma ana, para que escuche como los disc pulos.
Mi espalda ofrec a quienes me azotaban, mis mejillas a quienes me mesaban la barba, no hurté mi rostro a las afrentas ni a los salivazos.
Y todos se manifestaban en su favor y se maravillaban de las palabras llenas de gracia salidas de su boca; y dec an: '¿Pero no es éste el hijo de José?'.
La ciudad no necesita del sol ni de la luna para que la iluminen, porque la ilumina la gloria de Dios y su lámpara es el Cordero.