Puesto ya el sol, hubo una densa oscuridad, y un horno humeante y una antorcha de fuego pasaron por entre las mitades de las v ctimas.
Apocalipsis 9:2 - Biblia Castilian 2003 Abrió el pozo del abismo y subió del pozo una humareda como la humareda de un gran horno. El sol y el aire quedaron oscurecidos por el humo del pozo. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Y abrió el pozo del abismo, y subió humo del pozo como humo de un gran horno; y se oscureció el sol y el aire por el humo del pozo. Biblia Nueva Traducción Viviente Cuando lo abrió, salió humo como si fuera de un gran horno, y la luz del sol y el aire se oscurecieron debido al humo. Biblia Católica (Latinoamericana) Abrió, pues, el pozo del abismo, y del pozo subió una humareda como la de un horno inmenso que oscureció el sol y el aire. La Biblia Textual 3a Edicion Y abrió el pozo del abismo, y del pozo subió un humo, como el humo de un gran horno, y a causa del humo del pozo fueron entenebrecidos el sol y el aire. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Abrió el pozo del abismo y subió del pozo una humareda como la humareda de un gran horno. El sol y el aire quedaron oscurecidos por el humo del pozo. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y abrió el pozo del abismo, y subió humo del pozo como el humo de un gran horno; y se oscureció el sol y el aire por el humo del pozo. |
Puesto ya el sol, hubo una densa oscuridad, y un horno humeante y una antorcha de fuego pasaron por entre las mitades de las v ctimas.
y mirando hacia Sodoma y Gomorra y hacia toda la tierra del contorno, vio que el humo sub a de la tierra como la humareda de un horno.
Todo el monte Sina humeaba, porque hab a descendido sobre él Yahveh en forma de fuego, y el humo sub a como la humareda de un horno. Toda la monta a retemblaba.
¡Gime, puerta! ¡Grita, ciudad! Estremécete, Filistea entera: que del norte viene humareda, nadie en sus tropas se desbanda.
El que no se postre y no la adore, será arrojado al instante a un horno de fuego ardiente'.
Ante ellos tiembla la tierra, retiemblan los cielos, el sol y la luna se oscurecen, apagan su brillo las estrellas.
D a tenebroso y oscuro, d a nublado y sombr o. Como la aurora, as se extiende por los montes un pueblo numeroso y fuerte como no lo hubo nunca desde que existen los siglos, ni lo habrá después de él hasta las generaciones más lejanas.
Haré prodigios arriba en el cielo, y se ales abajo en la tierra: sangre y fuego y vapor de humo;
El humo de su tormento sube por los siglos de los siglos; y no tienen reposo ni de d a ni de noche los que adoran la bestia y su imagen y reciben la marca de su nombre'.
El quinto derramó su copa sobre el trono de la bestia. Su reino se cubrió de tinieblas y la gente se mord a la lengua de dolor.
Tocó el cuarto ángel. Y fue azotada la tercera parte del sol, la tercera parte de la luna y la tercera parte de las estrellas, de modo que se oscureció la tercera parte de cada uno de ellos; el d a perdió la tercera parte de su brillo, y otro tanto la noche.
Tocó el quinto ángel. Entonces vi una estrella que hab a ca do del cielo a la tierra, a la que se le hab a dado la llave del pozo del abismo.
Tienen sobre s por rey al ángel del abismo. Su nombre en hebreo es Abaddón, y en griego Apol on.
Vi en la visión a los caballos y a sus jinetes, que ten an corazas de color de fuego, de jacinto y de azufre. Las cabezas de los caballos eran como cabezas de león y de sus fauces brotaba fuego, humo y azufre.