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Apocalipsis 9:17 - Biblia Castilian 2003

Vi en la visión a los caballos y a sus jinetes, que ten an corazas de color de fuego, de jacinto y de azufre. Las cabezas de los caballos eran como cabezas de león y de sus fauces brotaba fuego, humo y azufre.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

Así vi en visión los caballos y a sus jinetes, los cuales tenían corazas de fuego, de zafiro y de azufre. Y las cabezas de los caballos eran como cabezas de leones; y de su boca salían fuego, humo y azufre.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Así en mi visión, vi los caballos y a los jinetes montados sobre ellos. Los jinetes llevaban puesta una armadura de color rojo fuego, azul oscuro y amarillo. La cabeza de los caballos era como la de un león, y de la boca les salía fuego, humo y azufre ardiente.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Así vi a los caballos y a los que los montaban: tenían corazas color fuego, jacinto y azufre; las cabezas de los caballos son como cabezas de leones y de sus bocas sale fuego, humo y azufre.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Y en la visión vi a los caballos y a los que los montaban, que tenían corazas de fuego, de jacinto° y de azufre; y las cabezas de los caballos eran como cabezas de leones, y de sus bocas salía fuego, humo y azufre.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Vi en la visión a los caballos y a sus jinetes, que tenían corazas de color de fuego, de jacinto y de azufre. Las cabezas de los caballos eran como cabezas de león y de sus fauces brotaba fuego, humo y azufre.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y así vi en visión los caballos y a los que sobre ellos estaban sentados, los cuales tenían corazas de fuego, de jacinto, y de azufre. Y las cabezas de los caballos eran como cabezas de leones; y de la boca de ellos salía fuego y humo y azufre.

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Lòt tradiksyon



Apocalipsis 9:17
16 Referans Kwoze  

Entonces Yahveh hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego de Yahveh, desde el cielo,


Yoelá y Zebad as, hijos de Yeroján, de Guedor.


Sobre el imp o hace llover carbones encendidos con azufre: el viento calcinante es la parte de su copa.


Que desde hace tiempo está preparada la pira, también para el rey; la pira es ancha y profunda, con fuego y le a abundante; el soplo de Yahveh, cual torrente de azufre, la encenderá.


Ahora bien, la mano de Yahveh hab a venido sobre m por la tarde, antes de que llegara el fugitivo, y abrió mi boca por la ma ana, antes de que se presentara el fugitivo. Se me abrió la boca y ya no volv a estar mudo.


Estaba yo mirando durante la visión, y me pareció hallarme en Susa, la fortaleza, situada en la provincia de Elam. Advert en la visión que me encontraba a orillas del Ulay.


todav a estaba yo diciendo mi oración, cuando Gabriel, el hombre que yo hab a contemplado en visión al principio, se acercó a mi volando, a la hora de la ofrenda de la tarde.


Si alguien pretende causarles mal, saldrá fuego de la boca que devorará a sus enemigos. Si alguien pretende causarles mal, morirá sin remedio.


beberá él también del vino del furor de Dios, vino puro, concentrado, en la copa de su ira. Será atormentado con fuego y azufre en presencia de los ángeles santos y en presencia del Cordero.


Cayó prisionera la bestia, y con ella el falso profeta, el que hac a a su servicio las se ales con las que extravió a los que recibieron la marca de la bestia y a cuantos adoraron su imagen. Ambos fueron arrojados vivos al lago de fuego que arde en azufre.


El diablo que los hab a seducido fue arrojado al lago de fuego y azufre, donde están también la bestia y el falso profeta, y serán atormentados d a y noche por los siglos de los siglos.


la quinta, sardónice; la sexta, cornalina; la séptima, crisólito; la octava, berilo; la novena, topacio; la décima, ágata; la undécima, jacinto, y la duodécima, amatista.


Pero los cobardes, los incrédulos, los culpables de abominación, los homicidas, los fornicarios, los hechiceros, los idólatras y todos los embusteros, compartirán el lago que arde con fuego y azufre. Ésta es la segunda muerte'.


Por estas tres plagas murió la tercera parte de los hombres: por el fuego, el humo y el azufre que brotaba de sus fauces.


Llevaban corazas como corazas de hierro y el ruido de sus alas era como ruido de carros de muchos caballos que se lanzan al combate.