Enrojecerá la blanquecina, palidecerá el ardoroso cuando reine Yahveh Sebaot en el monte Sión y en Jerusalén y esté ante sus ancianos la gloria.
Apocalipsis 6:12 - Biblia Castilian 2003 Cuando abrió el sexto sello, vi sobrevenir un gran terremoto, el sol se volvió negro como un tejido de crin, la luna, toda ella se volvió de sangre Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre; Biblia Nueva Traducción Viviente Mientras yo miraba, el Cordero rompió el sexto sello, y hubo un gran terremoto. El sol se volvió tan oscuro como tela negra, y la luna se volvió tan roja como la sangre. Biblia Católica (Latinoamericana) Y mi visión continuó. Cuando el Cordero abrió el sexto sello, se produjo un violento terremoto, el sol se puso negro como vestido de luto, la luna entera se tiñó como de sangre La Biblia Textual 3a Edicion Y vi cuando abrió el sexto sello, y° hubo un gran terremoto,° y el sol se volvió negro como tela de crin, y la luna entera se volvió como sangre, Biblia Serafín de Ausejo 1975 Cuando abrió el sexto sello, vi sobrevenir un gran terremoto, el sol se volvió negro como un tejido de crin, la luna, toda ella se volvió de sangre Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y miré cuando Él abrió el sexto sello, y he aquí fue hecho un gran terremoto; y el sol se puso negro como un saco de cilicio, y la luna se volvió como sangre; |
Enrojecerá la blanquecina, palidecerá el ardoroso cuando reine Yahveh Sebaot en el monte Sión y en Jerusalén y esté ante sus ancianos la gloria.
por Yahveh Sebaot serás visitada con trueno y terremoto, con enorme estruendo, con tormenta, tempestad y llama de fuego devorador. (5ab) Será como polvo menudo la horda de tus orgullosos, como tamo que pasa la horda de los poderosos.
se deshará todo el ejército de los cielos. Se enrollarán como un libro los cielos, todo su ejército se marchitará, como se marchita el sarmiento de la vid, como se marchita la hoja de la higuera.
Ante ellos tiembla la tierra, retiemblan los cielos, el sol y la luna se oscurecen, apagan su brillo las estrellas.
Palabras de Amós, que fue uno de los pastores de Tecoa. Visiones que tuvo acerca de Israel en tiempos de Oz as, rey de Judá, y en tiempo de Jeroboán, hijo de de Joás, rey de Israel, dos a os antes del terremoto.
Sucederá en aquel d a - oráculo del Se or Yahveh - que ocultaré el sol al mediod a, y en pleno d a oscureceré la tierra.
Huiréis por el valle de mis montes, porque el valle de los montes llegará hasta Yasol. Huiréis, como huisteis del terremoto en tiempo de Oz as, rey de Judá. Entonces vendrá Yahveh, mi Dios, y todos los consagrados con él.
'¡Ay de ti, Coraza n! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque, si en Tiro y en Sidón se hubieran realizado los mismos milagros que en vosotras, ya hace tiempo que, cubiertas de cilicio y en ceniza, se habr an convertido.
Inmediatamente después de la tribulación de aquellos d as, el sol se obscurecerá y la luna no dará su brillo, las estrellas caerán del cielo y el mundo de los astros se desquiciará.
Efectivamente, se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá hambres y terremotos en diversos lugares.
Desde la hora sexta hasta la hora nona toda aquella tierra quedó sumida en tinieblas.
Cuando el centurión y los que con él estaban custodiando a Jesús sintieron el terremoto y lo que pasaba quedaron sobrecogidos de espanto y dec an: 'Realmente, éste era Hijo de Dios'.
De pronto se produjo un gran terremoto; porque un ángel del Se or bajó del cielo, se acercó, hizo rodar la piedra y se sentó encima de ella.
Llegada la hora sexta, quedó en tinieblas toda aquella tierra hasta la hora nona.
En aquel momento se produjo un gran terremoto; se derrumbó la décima parte de la ciudad y murieron por el terremoto siete mil personas. Los demás quedaron quedaron sobrecogidos de espanto y dieron gloria al Dios del cielo.
Hubo relámpagos, voces y truenos y sobrevino un violento terremoto, cual no lo hubo desde que existe el hombre sobre la tierra, tal fue su violencia.
El cuarto derramó su copa sobre el sol y le fue concedido abrasar a los hombres con fuego.
Tocó el cuarto ángel. Y fue azotada la tercera parte del sol, la tercera parte de la luna y la tercera parte de las estrellas, de modo que se oscureció la tercera parte de cada uno de ellos; el d a perdió la tercera parte de su brillo, y otro tanto la noche.
Tomó el ángel el incensario, lo llenó de ascuas del altar y lo arrojó sobre la tierra. Y hubo truenos y voces y relámpagos y terremoto.