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Amós 4:6 - Biblia Castilian 2003

Os he hecho estar con dientes limpios en vuestras ciudades, faltos de pan en vuestros lugares. Pero no habéis vuelto a m - oráculo de Yahveh -.

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Montre Interlinear Bible

Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

Os hice estar a diente limpio en todas vuestras ciudades, y hubo falta de pan en todos vuestros pueblos; mas no os volvisteis a mí, dice Jehová.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

«Hice que pasaran hambre en cada ciudad y que hubiera hambruna en cada pueblo, pero aun así, ustedes no se volvieron a mí», dice el Señor.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Yo dejé sus dientes limpios por no tener qué masticar e hice que faltara el pan en todas sus ciudades, pero ustedes no se han vuelto a mí, palabra de Yavé.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Aunque os dejé con los dientes limpios° en todas vuestras ciudades, Y faltos de pan en todas vuestras aldeas, No os volvisteis a mí, dice YHVH.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Os he hecho estar con dientes limpios en vuestras ciudades, faltos de pan en vuestros lugares. Pero no habéis vuelto a mí -oráculo de Yahveh-.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Yo también os di limpieza de dientes en todas vuestras ciudades, y falta de pan en todos vuestros pueblos; pero no os volvisteis a mí, dice Jehová.

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Lòt tradiksyon



Amós 4:6
31 Referans Kwoze  

El as, el tesbita, de Tisbé de Galaad, dijo a Ajab: '¡Vive Yahveh, Dios de Israel, a quien sirvo, que en estos a os no ha de haber roc o ni lluvia, sino por orden m a'.


Fue, pues, El as a presentarse a Ajab. El hambre arreciaba en Samar a.


Volvió Eliseo a Guilgal. Hab a entonces hambre en la región. Estando los hijos de los profetas sentados ante él, dijo a su criado: 'Pon la olla grande y cuece un potaje para los hijos de los profetas'.


Eliseo habló a la mujer a cuyo hijo él hab a resucitado y le dijo: 'Disponte a partir, tú con tu familia, y vete a vivir donde puedas, porque Yahveh ha llamado al hambre, que vendrá sobre este pa s por siete a os'.


Mientras estaba asediado, el rey Ajaz aumentó su infidelidad a Yahveh,


Yahveh, tu mano está alzada, pero ellos no la ven. ¡Vean, avergonzados, tu celo por el pueblo; el fuego devore a tus enemigos!


Pues mirad que el Se or, Yahveh Sebaot, va a quitar de Jerusalén y de Judá el soporte y el sustento: todo sustento de pan y todo sustento de agua;


Pero el pueblo no se volvió a quien lo her a, no buscaron a Yahveh Sebaot.


Y Yahveh cortó de Israel cabeza y cola, palma y junco en un solo d a.


Si salgo al campo, all están los muertos a espada; si entro en la ciudad, ah están los horrores del hambre. S, incluso profetas y sacerdotes vagan por el pa s sin comprender nada.


Yahveh, ¿no buscan tus ojos la verdad? Los has golpeado y no se han dolido; los has consumido, y no quisieron aprender la lección. Tienen la cara más dura que una piedra, no quieren convertirse.


'Pues as dice el Se or Yahveh: 'Ciertamente si yo env o contra Jerusalén mis cuatro peores castigos: espada, hambre, fieras y peste, para exterminar de ella a hombres y animales;


Pero entonces yo extend mi mano contra ti, disminu tu ración y te entregué a la hostilidad de tus enemigas, las hijas de los filisteos, que se avergonzaban de tu infame conducta.


Volverán al pa s de Egipto, Asiria será su rey, porque no quisieron convertirse.


Voy a volverme a mi lugar, hasta que exp en su culpa y busquen mi rostro; en su angustia me buscarán ansiosamente.


¿No ha desaparecido el alimento ante nuestros mismos ojos y de la casa de nuestro Dios la alegr a y el júbilo?


Y si ni aun as os correg s y continuáis oponiéndoos a m,


Cuando yo os retire el sustento del pan, diez mujeres cocerán vuestro pan en un solo horno. Os lo darán tan tasado que lo comeréis y seguirés teniendo hambre.


Yo destru a con a ublo, tizón y granizo todo el trabajo de vuestras manos, y no estaba con vosotros - oráculo de Yahveh -.


Sembrarás mucha semilla en tu campo y recogerás poco, porque la langosta la devorará.


Le he dado tiempo para convertirse, pero no quiere convertirse de su fornicación.


En el tiempo en que gobernaban los jueces hubo hambre en el pa s. Por ello, un hombre de Belén de Judá fue a establecerse como extranjero, con su esposa y sus dos hijos, en los campos de Moab.