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2 Timoteo 4:1 - Biblia Castilian 2003

Te conjuro, en presencia de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos y a muertos, en nombre de su venida y de su reino:

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Montre Interlinear Bible

Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

En presencia de Dios y de Cristo Jesús —quien un día juzgará a los vivos y a los muertos cuando venga para establecer su reino— te pido encarecidamente:

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Te ruego delante de Dios y de Cristo Jesús, juez de vivos y muertos, que ha de venir y reinar, y te digo:

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La Biblia Textual 3a Edicion

Requiérote solemnemente en presencia de Dios y de Jesús el Mesías, destinado a juzgar a los vivos y a los muertos en su aparición y en su reino:

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Te conjuro, en presencia de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos y a muertos, en nombre de su venida y de su reino:

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Te requiero, pues, delante de Dios, y del Señor Jesucristo, que ha de juzgar a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino:

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Lòt tradiksyon



2 Timoteo 4:1
35 Referans Kwoze  

Hasta los cielos proclamarán su rectitud, pues es Dios el que juzga. Selah


delante del Se or que hace su entrada, que viene, cierto, a gobernar la tierra. Él regirá con la justicia el orbe, con su fidelidad a las naciones.


delante del Se or, que viene a gobernar la tierra. Él regirá con rectitud el orbe, con equidad a las naciones.


Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces dará a cada uno conforme a su conducta.


Dijo, pues: 'Un hombre de familia noble se fue a un pa s lejano para recibir la investidura de un reino y volver luego.


Cuando volvió, investido ya de la dignidad real, mandó llamar a aquellos criados a quienes hab a entregado el dinero, para saber cuánto hab a ganado cada uno.


Y a ad a: '¡Jesús acuérdate de m cuando llegues a tu reino!'.


Nos ordenó predicar al pueblo y dar testimonio de que él es el constituido por Dios juez de vivos y muertos.


ya que ha fijado un d a en el que habrá de juzgar al mundo entero según justicia por medio de un hombre a quien ha designado y por quien ha dado a todos garant a al resucitarlo de entre los muertos'.


As se verá el d a en que, según mi evangelio, Dios juzgue las interioridades de los hombres por medio de Cristo Jesús.


Cuando se manifieste Cristo, que es nuestra vida, entonces también vosotros seréis manifestados juntamente con él, en gloria.


aparecerá el imp o, a quien el Se or [Jesús] destruirá con un soplo de su boca y lo aniquilará con la manifestación de su parus a.


En la presencia de Dios y Cristo Jesús y de los ángeles, sus elegidos, te encargo solemnemente que observes estas normas, sin prejuicio, siendo en todo imparcial.


pero que se ha manifestado ahora en la aparición de nuestro Salvador, Cristo Jesús. Él ha destruido la muerte, y ha hecho aparecer, por el evangelio, la vida y la incorrupción.


No dejes de recordarles esto, y conjúrales ante Dios que no se metan en discusiones de palabras, que para nada sirven, sino para echar a perder a los oyentes.


El Se or me rescatará de todo mal y me salvará para su reino celestial. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.


Y ahora está ya preparada para m la corona de justicia, con la que me retribuirá en aquel d a el Se or, el juez justo; y no sólo a m, sino también a todos los que hayan mirado con amor su venida.


mientras aguardamos la bienaventurada esperanza, o sea, la aparición gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro, Cristo Jesús,


As la calidad de vuestra fe, de más valor que el oro que, aun después de acrisolado por el fuego perece, se convertirá en alabanza, gloria y honor en la manifestación de Jesucristo.


Ellos rendirán cuentas al que está preparado para juzgar a vivos y muertos.


Y cuando aparezca el mayoral, conseguiréis la corona inmarchitable de la gloria.


Y as se os abrirán de par en par las puertas del reino eterno de nuestro Se or y Salvador Jesucristo.


Él recibió de Dios Padre honor y gloria, cuando la sublime Gloria le dirigió aquella voz: 'Éste es mi Hijo muy amado, en quien me he complacido'.


Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que, cuando se manifieste, tengamos plena confianza y en su parus a no nos veamos avergonzados, lejos de él.


Ved que viene con las nubes. Y lo verán todos, incluso los que lo traspasaron. Y por él se lamentarán todas las tribus de la tierra. S. Amén.