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2 Samuel 16:7 - Biblia Castilian 2003

Dec a Seme en sus maldiciones: '¡Vete, vete, hombre sanguinario y perverso!

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

Y decía Simei, maldiciéndole: ¡Fuera, fuera, hombre sanguinario y perverso!

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Biblia Nueva Traducción Viviente

—¡Vete de aquí, asesino y sinvergüenza! —le gritó a David—.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Simeí lo maldecía: '¡Andate, ándate! No eres más que un sanguinario y un criminal!'

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La Biblia Textual 3a Edicion

Y en tanto lo maldecía, Simei decía así: ¡Fuera! ¡Fuera, oh hombre sanguinario y hombre de Belial!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Decía Semeí en sus maldiciones: '¡Vete, vete, hombre sanguinario y perverso!

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y decía Simeí, maldiciéndole: ¡Fuera, fuera, hombre sanguinario, hombre de Belial!

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Lòt tradiksyon



2 Samuel 16:7
16 Referans Kwoze  

¿Por qué, pues has menospreciado la palabra de Yahveh y has hecho lo que es malo ante sus ojos? Has hecho morir por la espada a Ur as, el hitita, y luego has tomado por esposa a su mujer; lo has asesinado con la espada de los amonitas.


y tirando piedras a David y a todos los servidores del rey, mientras toda la gente y los valientes se pon an a su derecha y a su izquierda.


Porque yo, tu siervo, reconozco que he pecado. ¡Y hoy vengo el primero de toda la casa de José y he bajado al encuentro de mi se or, el rey!'.


Hallábase all un hombre perverso, llamado Seba, hijo de Bicr, benjaminita, que mandó tocar la trompeta y dijo: 'No tenemos parte con David, ni herencia con el hijo de Jesé. ¡Cada uno a su tienda, Israel!'.


Aquel d a comprendió todo el pueblo y todo Israel que el rey no hab a tenido parte en la muerte de Abner, hijo de Ner.


Y poned frente a él a dos hombres perversos, que testimonien contra él, diciendo: 'Tú has maldecido a Dios y al rey'. Sacadlo luego fuera, y que muera lapidado'.


Llegaron luego los dos hombres perversos, se sentaron frente a él y testificaron as contra Nabot delante del pueblo: 'Nabot ha maldecido a Dios y al rey'. Entonces lo sacaron fuera de la ciudad, lo apedrearon y murió.


Ah Se or, cuántos son mis opresores, cuántos los que se yerguen contra m,


ni resiste el soberbio tu presencia. Tú odias a los autores de maldad,


Restitúyeme el gozo de tu liberación y que tu aliento generoso me sustente.


préstame atención, respóndeme. Yo me agito en mi lamento, me confundo ante la voz del enemigo,


ante el apremio del malvado. Sobre m hacen caer el maleficio, me persiguen con sa a.


Si oyes decir que de una de las ciudades que Yahveh, tu Dios, te da para que habites en ella,


Ahora bien, los hijos de El eran hombres perversos, que no reconoc an a Yahveh


Ahora, pues, recapacita y mira lo que has de hacer, porque es cosa decidida la desgracia de nuestro amo y de toda su casa, ya que es un hombre tan perverso que no se puede tratar con él'.