As habla Yahveh: he aqu que yo haré surgir el mal contra ti de tu propia casa, y tomaré tus mujeres ante tus mismos ojos para entregárselas a otro, que yacerá con ellas a la luz del sol.
2 Samuel 12:8 - Biblia Castilian 2003 Yo te entregué la casa de tu se or y puse en tus brazos las mujeres de tu amo, al mismo tiempo que te daba la casa de Israel y de Judá, y como si esto fuera poco, yo te habr a a adido todav a otras cosas mayores. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 y te di la casa de tu señor, y las mujeres de tu señor en tu seno; además te di la casa de Israel y de Judá; y si esto fuera poco, te habría añadido mucho más. Biblia Nueva Traducción Viviente Te di la casa de tu amo, sus esposas y los reinos de Israel y Judá. Y si eso no hubiera sido suficiente, te habría dado más, mucho más. Biblia Católica (Latinoamericana) te di la casa de tu señor y las mujeres de tu señor, te di la casa de Israel y la de Judá, y por si esto fuera poco, habría hecho mucho más por ti. La Biblia Textual 3a Edicion y te he entregado la casa de tu señor, y he puesto las mujeres de tu señor en tu seno, y te he dado la casa de Israel y de Judá; y si esto fuera poco, te habría añadido mucho más.° Biblia Serafín de Ausejo 1975 Yo te entregué la casa de tu señor y puse en tus brazos las mujeres de tu amo, al mismo tiempo que te daba la casa de Israel y de Judá, y como si esto fuera poco, yo te habría añadido todavía otras cosas mayores. Biblia Reina Valera Gómez (2023) y te di la casa de tu señor, y las esposas de tu señor en tu seno; además te di la casa de Israel y de Judá; y si esto fuera poco, yo te habría añadido tales y tales cosas. |
As habla Yahveh: he aqu que yo haré surgir el mal contra ti de tu propia casa, y tomaré tus mujeres ante tus mismos ojos para entregárselas a otro, que yacerá con ellas a la luz del sol.
Llegaron luego los hombres de Judá y ungieron all a David como rey de la casa de Judá. Le comunicaron entonces a David la noticia de que los de Yabés de Galaad hab an dado sepultura a Saúl;
En Hebrón reinó, sobre Judá, siete a os y seis meses; y en Jerusalén, sobre todo Israel y Judá, reinó treinta y tres a os.
Y aun esto ha parecido demasiado poco a tus ojos, Se or Yahveh, que hablas de la casa de tu siervo para tiempos lejanos. Por esta ley se rige el hombre, mi Se or Yahveh
'No temas, le dijo David, porque quiero tratarte con benevolencia por amor a Jonatán, tu padre. Voy a restituirte todas las tierras de Saúl, tu abuelo, y comerás siempre a mi mesa'.
Respondió el rey Salomón a su madre: '¿Por qué pides a Abisag, la sunamita, para Adon as? Ya sólo falta que pidas para él también el reino, pues es mi hermano mayor y están de su parte el sacerdote Abiatar y Joab, hijo de Servia'.
En tus atrios un d a vale mil: yo prefiero estar en la puerta de la casa del Se or, que habitar en las tiendas del imp o.
Pero tú, Se or, eres el Dios piadoso y compasivo, paciente, amable y fiel.
El que ni siquiera escatimó darnos a su propio Hijo, sino que por todos nosotros lo entregó, ¿cómo no nos dará gratuitamente también todas las cosas con él?
¿Por qué, pues, no has obedecido la voz de Yahveh? ¿Por qué te has apoderado del bot n y has hecho lo que es malo a los ojos de Yahveh?'.