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2 Reyes 22:8 - Biblia Castilian 2003

El sumo sacerdote, Jilqu as, dijo a Safán, el secretario: 'He hallado el libro de la ley en el templo de Yahveh'. Jilqu as entregó el libro a Safán, y éste lo leyó.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

Entonces dijo el sumo sacerdote Hilcías al escriba Safán: He hallado el libro de la ley en la casa de Jehová. E Hilcías dio el libro a Safán, y lo leyó.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

El sumo sacerdote Hilcías le dijo a Safán, secretario de la corte: «¡He encontrado el libro de la ley en el templo del Señor!». Entonces Hilcías le dio el rollo a Safán, y él lo leyó.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

El sumo sacerdote Helquías dijo entonces al secretario Safán: 'En la casa de Yavé encontré el Libro de la Ley'. Después se lo pasó a Safán quien lo leyó.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Entonces el sumo sacerdote Hilcías dijo al escriba Safán: ¡He hallado en la Casa de YHVH el Rollo de la Ley! E Hilcías entregó el Rollo a Safán, quien lo leyó.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

El sumo sacerdote, Jilquías, dijo a Safán, el secretario: 'He hallado el libro de la ley en el templo de Yahveh'. Jilquías entregó el libro a Safán, y éste lo leyó.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Entonces dijo el sumo sacerdote Hilcías a Safán, el escriba: He hallado el libro de la ley en la casa de Jehová. E Hilcías dio el libro a Safán, y lo leyó.

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Lòt tradiksyon



2 Reyes 22:8
5 Referans Kwoze  

Se presentó luego Safán, el secretario, al rey para darle cuenta de las obras y le dijo: 'Tus servidores han recogido el dinero que hab a en el templo y lo han puesto en manos de los capataces encargados de las obras del templo de Yahveh'.


Subió luego el rey al templo de Yahveh, acompa ado de todos los hombres de Judá y de todos los habitantes de Jerusalén: los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo, desde el menor hasta el mayor; y leyó ante ellos todas las palabras del libro de la alianza encontrado en el templo de Yahveh.


También acabó con los nigromantes, con los adivinos, los terafim, los dolos y todas las abominaciones que se ve an por el pa s de Judá y en Jerusalén, para poner por obra las palabras de la ley escritas en el libro que hab a encontrado el sacerdote Jilqu as en el templo de Yahveh.