Entonces Jacob rasgó sus vestiduras, se vistió de saco e hizo duelo por su hijo muchos d as.
2 Reyes 19:1 - Biblia Castilian 2003 El rey Ezequ as, al o rlo, rasgó sus vestiduras y, cubierto de saco, entró en el templo de Yahveh. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Cuando el rey Ezequías lo oyó, rasgó sus vestidos y se cubrió de cilicio, y entró en la casa de Jehová. Biblia Nueva Traducción Viviente Cuando el rey Ezequías oyó el informe, rasgó su ropa, se vistió de tela áspera y entró al templo del Señor. Biblia Católica (Latinoamericana) Apenas oyó esas palabras el rey Ezequías rasgó su ropa, se cubrió con un saco y se dirigió a la casa de Yavé. La Biblia Textual 3a Edicion Y aconteció que al oírlo el rey Ezequías, rasgó sus vestidos, se cubrió de saco, y fue a la Casa de YHVH. Biblia Serafín de Ausejo 1975 El rey Ezequías, al oírlo, rasgó sus vestiduras y, cubierto de saco, entró en el templo de Yahveh. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y aconteció que cuando el rey Ezequías lo oyó, rasgó sus vestiduras, y se cubrió de cilicio, y entró en la casa de Jehová. |
Entonces Jacob rasgó sus vestiduras, se vistió de saco e hizo duelo por su hijo muchos d as.
Al o r Ajab todas estas palabras, rasgó sus vestiduras, se puso un saco sobre la carne y ayunó. Se acostaba con el saco puesto y andaba abatido.
'¿Has visto cómo Ajab se ha humillado delante de m ? Por haberse humillado delante de m, no traeré la desgracia sobre su casa durante su vida, sino que la traeré durante la vida de su hijo'.
Eliaqu n, hijo de Jilqu as, mayordomo de palacio, Sebná, el secretario, y Joaj, hijo de Asaf, el cronista, se presentaron a Ezequ as con las vestiduras rasgadas y le refirieron las palabras del copero mayor.
Cuando el rey de Israel leyó la carta, rasgó sus vestiduras y exclamó: '¿Es que yo soy Dios para que pueda quitar o dar la vida, y por eso éste me env a un hombre para que lo cure de la lepra? Reparad y ved que está buscando ocasión de querella contra m '.
Cuando el rey oyó estas palabras de la mujer, rasgó sus vestiduras. Y como pasaba sobre la muralla, el pueblo pudo ver que por dentro llevaba un sayal sobre su carne.
Al o r esto, rasgué mis vestiduras y mi manto, me arranqué pelos de la cabeza y de la barba y me senté desolado.
En cuanto a m, cuando eran ellos quienes padec an, mi vestido era el saco, humillaba el vigor con el ayuno, y en mi seno repet a mi plegaria.
Entonces Sanaquerib, rey de Asiria, levantó el campamento, partió, regresó a N nive y all se quedó.
El rey y todos sus servidores, que hab an o do todas aquellas palabras, no se asustaron ni rasgaron sus vestiduras.
La gente de N nive creyó en Dios; proclamó un ayuno y grandes y peque os se vistieron de saco.
V stanse de saco hombres y animales, clamen a Dios con vehemencia, y conviértase cada cual de su mala conducta y de la violencia de sus manos.
'¡Ay de ti, Coraza n! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque, si en Tiro y en Sidón se hubieran realizado los mismos milagros que en vosotras, ya hace tiempo que, cubiertas de cilicio y en ceniza, se habr an convertido.
Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras y exclamó: '¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Ahora mismo acabáis de o r la blasfemia.
Yo encargaré a mis dos testigos que profeticen durante mil doscientos sesenta d as, vestidos de sayal.
Un hombre de Benjam n salió corriendo del campo de batalla y llegó aquel mismo d a a Siló con los vestidos rasgados y la cabeza cubierta de polvo.