Como polvo ante el viento, tal he de triturarles, cual basura en la calle he de barrerlos.
2 Reyes 13:7 - Biblia Castilian 2003 Por eso no le quedó a Joacaz más ejército que cincuenta jinetes, diez carros y diez mil infantes, porque el rey de Aram los hab a destruido y los hab a dejado como polvo de trilla. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Porque no le había quedado gente a Joacaz, sino cincuenta hombres de a caballo, diez carros, y diez mil hombres de a pie; pues el rey de Siria los había destruido, y los había puesto como el polvo para hollar. Biblia Nueva Traducción Viviente Finalmente, el ejército de Joacaz quedó reducido a cincuenta conductores de carros de guerra, diez carros de guerra y diez mil soldados de infantería. El rey de Aram había matado a los demás, pisoteándolos como al polvo debajo de sus pies. Biblia Católica (Latinoamericana) De todo su ejército sólo le quedaron a YoAjaz cincuenta soldados de caballería, diez carros y diez mil soldados de infantería, pues el rey de Aram lo había aplastado y reducido a polvo. La Biblia Textual 3a Edicion Aunque a Joacaz no le habían quedado sino cincuenta jinetes, diez carros y diez mil hombres de infantería, pues el rey de Siria los había destruido y los había puesto como polvo de la trilla. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Por eso no le quedó a Joacaz más ejército que cincuenta jinetes, diez carros y diez mil infantes, porque el rey de Aram los había destruido y los había dejado como polvo de trilla. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Porque no le había quedado gente a Joacaz, sino cincuenta hombres de a caballo, y diez carros y diez mil hombres de a pie; pues el rey de Siria los había destruido, y los había puesto como polvo para hollar. |
Como polvo ante el viento, tal he de triturarles, cual basura en la calle he de barrerlos.
Pasó luego revista a los jóvenes que estaban con los gobernadores de los distritos, que eran doscientos treinta y dos. Después pasó también revista a todo el ejército, a todos los israelitas, que eran siete mil.
Los israelitas, una vez revistados y avituallados, fueron a su encuentro. Los israelitas acamparon frente a ellos. Parec an dos reba os de cabras, mientras que los arameos llenaban la tierra.
Por aquellos d as, Yahveh comenzó a cercenar el territorio de Israel, pues Jazael batió a Israel en todas sus fronteras:
Los restantes hechos de Joacaz, todo cuanto hizo, as como su valor, ¿no están consignados en el libro de los Anales de los reyes de Israel?
Jazael le preguntó: '¿Por qué llora mi se or?'. Respondió él: 'Porque sé el mal que vas a hacer a los israelitas: entregarás al fuego sus fortalezas, matarás a filo de espada a sus jóvenes, estrellarás a sus ni os de pecho y abrirás el vientre a sus embarazadas'.
Piden ellos auxilio, sin nadie que socorra, al Se or, pero él no les responde.
Haz ahora una apuesta con mi se or, el rey de Asiria: te doy dos mil caballos, si eres capaz de procurarte jinetes para ellos.
¿Quién suscitó del Oriente a aquel a quien la victoria le sale al paso, le entrega naciones para que a reyes impere? Los reduce a polvo su espada, a tamo fugitivo su arco.
Yo me volveré contra vosotros, y seréis derrotados por vuestros enemigos; os dominarán los que os odian y huiréis sin que nadie os persiga.
As dice Yahveh: por tres cr menes de Damasco y por cuatro, no lo revocaré: porque aplastaron a Galaad con trillos de hierro.
Envié contra vosotros una peste como la peste de Egipto; maté con la espada a vuestros jóvenes y vuestros caballos eran capturados; hice subir a vuestras narices el hedor de vuestros campamentos. Pero no habéis vuelto a m - oráculo de Yahveh -.
Se levantó Samuel, subió de Guilgal y prosiguió su camino. El resto de la tropa subió con Saúl al encuentro del ejército y llegó de Guilgal a Gueba de Benjam n. Entonces Saúl pasó revista al ejército que se encontraba con él: unos seiscientos hombres.