El que tiene manos limpias y puro el corazón; que a lo vano no eleva sus deseos ni jura con perfidia.
2 Pedro 3:1 - Biblia Castilian 2003 Ésta es ya, queridos hermanos, la segunda carta que os escribo. Y en ambas procuro excitar en vosotros, con el recuerdo, una sincera inteligencia. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Amados, esta es la segunda carta que os escribo, y en ambas despierto con exhortación vuestro limpio entendimiento, Biblia Nueva Traducción Viviente Queridos amigos, esta es la segunda carta que les escribo y, en ambas, he tratado de refrescarles la memoria y estimularlos a que sigan pensando sanamente. Biblia Católica (Latinoamericana) Esta es ya, queridos, la segunda carta que les escribo. En ambas he intentado recordarles la sana doctrina. La Biblia Textual 3a Edicion Amados, ésta es ya la segunda epístola que os escribo, en las cuales despierto con exhortación vuestro limpio entendimiento; Biblia Serafín de Ausejo 1975 Ésta es ya, queridos hermanos, la segunda carta que os escribo. Y en ambas procuro excitar en vosotros, con el recuerdo, una sincera inteligencia. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Amados, esta segunda carta escribo ahora a vosotros; en la cual despierto vuestro sincero entendimiento, por recordatorio; |
El que tiene manos limpias y puro el corazón; que a lo vano no eleva sus deseos ni jura con perfidia.
Salmo. De Asaf. Dios es bueno, en verdad, con Israel, con los de puro corazón.
Dije antes, y ahora repito, ausente, lo mismo que hice la segunda vez, cuando estaba presente, a los que antes pecaron y a todos los demás: que, de venir otra vez, ya no tendré miramientos,
No te precipites en imponer las manos a nadie, ni te hagas responsable de pecados ajenos. Consérvate limpio de pecado.
Por eso te insisto en que reavives ese don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos.
Pero aunque hablamos de esta manera, en vuestro caso, queridos hermanos, confiamos en que vuestra situación sea mejor y cercana a la salvación.
Una vez ya purificados con la sumisión a la verdad ordenada a un sincero amor fraterno, amaos de corazón y con sinceridad unos a otros.
Queridos hermanos, os exhorto a que, como extranjeros y peregrinos, os abstengáis de los deseos puramente humanos que combaten contra el alma.
Por eso, queridos hermanos, mientras esperáis estos acontecimientos, procurad que él os halle en paz, sin mancha e irreprensibles.
Vosotros, pues, queridos hermanos, que lo sabéis de antemano, guardaos; no sea que, arrastrados por el error de hombres sin ley, caigáis de vuestra propia firmeza.
Una cosa no debe quedaros oculta, queridos hermanos: que un d a es ante el Se or como mil a os y mil a os como un d a.
Quiero recordaros a vosotros, los que todo lo habéis conocido de una vez para siempre, que el Se or, después de salvar de Egipto al pueblo, hizo perecer luego a los que no creyeron.